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DESDE MI SILLÓN | TOUR 2008 | Undécima etapa
Columna
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Día triste

Ayer fue un día de desayuno triste. No debería haberlo sido, claro está, pero había un motivo poderoso.

Para los corredores debería haber sido simplemente el día después. Tras días y días de tensión, por fin había llegado ese primer horizonte que constituía la jornada de descanso. Un día para disfrutar del placer de no hacer nada, que no es poco. Pero eso ya había pasado, y una nueva jornada comenzaba. Lannemezan-Foix, un paseo panorámico sobre la cara Norte del Pirineo en sentido contrario al sol. Una etapa corta y con trampa, lo que a estas alturas solo puede significar una cosa: fuga (evasión y victoria).

Por eso todos contaban que el día no sería fácil. Por una parte por la batalla que se desencadenaría para coger la escapada, y por otra por lo que imponía ese puerto de primera -Coll de Portel- en la fase final de la etapa. Con el factor añadido de que los días después de los descansos son días en los que muchas veces no sabes si estás o si no estás. La inactividad genera a estas alturas sensaciones extrañas. Y por muy acostumbrado que esté uno a escuchar a su cuerpo, hay días como estos en los que no hay Dios que interprete qué significan esos dolores que surgen en tus piernas tras los primeros ataques. Menos mal que generalmente se pasan pronto...

El panorama es oscuro, y más cuando han encontrado sustancias dopantes en la habitación del corredor
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Pero algo pasó en el desayuno. Dicen que una gota de sangre puede colorear todo un litro de agua. Sí, como una mala noticia -y ya van dos- un buen Tour. La noticia hablaba de un nuevo positivo, de otro español, otra vez de la archiconocida EPO.... ya estamos otra vez, me dije. Este cuento me suena ya demasiado. Me aburre ver como gracias al protagonista, aparecen los secundarios de siempre: los que ven víctimas y verdugos, los que solo ven equilibristas, esos del "todos van igual" o los que miran para otro lado como si nada hubiese pasado. Es lo que tiene el olor de la sangre, que atrae a la fauna más variada.

Mientras a otros parece animarles (vista la velocidad a la que se propaga la noticia) a mí se me quitan las ganas de escribir, de ver la etapa, de marcharme a entrenar. Otra vez con la misma historia. Volvemos a los días tristes, porque nadie se puede alegrar de todo esto, nadie que ame a este deporte digo, por mucho que se argumente que así hay un tramposo menos. Yo esperaré a los contraanálisis porque ciertas informaciones son tendenciosas, como pude comprobar en una ocasión en primera persona. Pero el panorama es oscuro, y más cuando posteriores informaciones indican que han encontrado sustancias dopantes en los registros de la habitación del corredor. Que cada palo aguante su vela, ya somos mayorcitos como para ser consecuentes y saber con qué estamos jugando.

Por cierto, la carrera siguió adelante sin más dilación; como era de esperar, la fuga prosperó y al final el gato al agua se lo llevó el noruego Arvesen venciendo "in extremis" en un sostenido sprint. A ver si mañana vuelvo a la carrera en sí... que es de donde nunca quise salir. A ver.

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