EN LA MUERTE DE GONZALO ANAYA
Sabio y generoso
Llegó desde Galicia con barba blanca y boina negra -esa que ahora agita en la despedida hacia su particular cielo laico y republicano-, y se quedó entre nosotros para regalarnos una vida entera de amor por la buena pedagogía. [Gonzalo Anaya falleció ayer en Valencia a los 94 años] Quizá por eso ha vivido tanto, porque sabía que cada día vivido era un soplo de aliento, un golpe en el hombro para quienes a veces desesperamos de este país y este mundo.