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Reportaje:PRIMER PLANO

España se llena de dudas

La crisis financiera acentúa las debilidades de la economía

Alejandro Bolaños

Hace un año por estas fechas, la economía española crecía al 4% y la marcha de la UE respaldaba los buenos propósitos del Gobierno: la construcción, que alimentó el auge de la última década y rondaba ya el 13% del PIB, frenaría con suavidad, mientras la industria y las exportaciones tomaban el relevo apoyadas por la demanda europea. En definitiva, la velocidad de crucero de la economía española apenas se resentiría y el crecimiento sería menos dependiente del ladrillo. Un escenario que ahora suena idílico.

Desde que estalló la crisis hipotecaria en Estados Unidos el pasado verano, las revisiones a la baja de las previsiones de crecimiento se suceden. Y han sido especialmente severas con la economía española. La inercia de 14 años de expansión permitió aún acabar 2007 con una tasa de crecimiento muy notable (3,8%). Pero el Fondo Monetario Internacional (FMI) cree que España experimentará este año el frenazo más intenso entre los países avanzados (el crecimiento del PIB se quedaría en el 1,8%). El Ejecutivo español se ha resistido a dar carta de naturaleza a la que sería la desaceleración más brusca desde la última recesión, pero finalmente el pasado viernes cambió su previsión de crecimiento y la dejó en un 2,3% para 2008 y 2009. Y ya no se trata sólo de estimaciones: la tasa de paro del primer trimestre alcanzó el 9,6%, más de un punto porcentual que al cierre del año pasado, en lo que es el mayor repunte del desempleo desde 1994.

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¿Qué ha pasado para llegar hasta aquí? Desde luego, el aterrizaje del mercado inmobiliario no está siendo tan suave como se anticipó hace 12 meses. Muchos expertos del sector ya habían advertido de que las burbujas inmobiliarias (en España, los precios llegaron a aumentar un 20% anual y se construyeron unas 800.000 viviendas en 2006) no se desinflan poco a poco. Pero la crisis inmobiliaria, que ya se ha desatado con toda su virulencia -todo apunta a un recorte drástico de la inversión y el empleo en el sector durante los próximos dos años-, recibió un empujón inesperado de la crisis hipotecaria de EE UU.

Porque el principal efecto del desplome de los activos de deuda respaldados por las hipotecas basura ha sido una restricción financiera global. Y ésa es la peor noticia para una economía que tanto en el sector empresarial (particularmente, las inmobiliarias) como en los hogares (por la concesión de créditos hipotecarios) había alcanzado niveles de endeudamiento históricos, con una fuerte dependencia del préstamo internacional.

El otro aspecto de la crisis internacional, el fuerte repunte de los precios energéticos y de los alimentos, refuerza este mecanismo. No es sólo que la inflación haya vuelto a subir en España más (4,5%) que en otros países de su entorno. Es que, además, el Banco Central Europeo se basa en ese elevado nivel de precios en toda la zona euro para no bajar los tipos de interés. Una decisión que aprecia las hipotecas (el Euríbor se mantiene por encima del 5%), encarece los créditos y, en definitiva, deprime un consumo ya debilitado.

Pese a todo, el crecimiento de la economía española seguiría, aun con las previsiones del FMI, por encima de la media de los países avanzados. Pero el notable desfase entre la situación que se vivía hace unos meses y la que se pinta ahora multiplica la incertidumbre. El Gobierno ha reaccionado con un paquete de medidas para reactivar el consumo y paliar los problemas de las familias más endeudadas valorado en 10.000 millones de euros, y con la desgravación de 400 euros en el IRPF como medida estrella. Pero el propio vicepresidente económico, Pedro Solbes, ha admitido que es posible que sean necesarias nuevas medidas, ya con el superávit público muy deteriorado.

Las dudas también se han instalado entre los expertos; algunos, como el servicio de estudios del BBVA, señalan la posibilidad de llegar a un déficit público del 1,5% del PIB sin grandes inconvenientes. Otros, en línea con el FMI, creen que nuevos descuentos fiscales serían perjudiciales. Y, aunque la mayoría apuesta porque no se llegará a la gravedad de la recesión de 1993, cada nuevo pronóstico sobre el futuro próximo empeora el anterior. -

Causas

- Desplome del sector inmobiliario. Tras años de expansión, la locomotora del ladrillo se para. Se empieza a destruir empleo y a recortar la inversión en el sector.

- Restricción financiera global. La crisis internacional seca los mercados de crédito en la etapa de mayor endeudamiento de la economía española.

- Alta inflación. Los precios suben y dificultan la bajada de tipos de interés.

Consecuencias

- Inversión y consumo, a la baja. El Gobierno prevé que la demanda interna aporte la mitad que el año pasado al crecimiento.

- Menos crecimiento. El PIB subió un 3,8% en 2007; el Gobierno prevé ahora que este año sólo aumentará el 2,3%, el frenazo más notable desde la recesión de 1993.

- Más paro. La caída de actividad ya se traslada al mercado laboral: la tasa de paro llega al 9,6%..

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