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Reportaje:

"Se están cargando la montaña"

Vecinos deploran la tala y el parque refuerza su seguridad para evitar protestas

Àngels Piñol

A los pies de la plataforma del legendario avión del Parque del Tibidabo, empieza el Camí del cel que conduce a las atracciones para los más pequeños, como Les llaunes y el río grande y también... a la ladera que mira a Barcelona, donde ya se han talado 34 encinas y un ciprés, de varios metros de altura, ya pasto de trituradoras. "No pasad. Disculpad las molestias. Estamos trabajando en la mejora de este espacio", se leía en unos paneles que cubrían las vallas entre la explanada y el Camí del cel. Tras ellas, se veía un grupo pequeño de empleados con un coche de Parques y Jardines, además de un vigilante con un pastor alemán con bozal.

"Es normal tener seguridad: siempre hay", explicaron responsables del parque, ayer vacío y fantasmagórico por culpa de la niebla. No es tan normal, sin embargo, la presencia intimidatoria de guardas con perros destinados a disuadir a los ecologistas para que no se vuelvan a encadenarse a los árboles. Tras la acción del jueves de seis miembros del grupo SOS Tibidabo, el parque teme nuevas protestas y la visita ilustre de Carmen Cervera, la baronesa Thyssen, implicada en la lucha en favor de las encinas.

El Ayuntamiento dice que ha reducido al máximo el impacto ecológico

Pero la tala ya se ha consumado y ya se ven claros en la ladera que baja hasta la atracción de la Mina d'or. El Ayuntamiento desdramatiza su plan porque asegura que si al principio iba a cortar 50 encinas y a trasplantar ocho, ahora ha talado 35 y trasplantará 22 además de plantar después 190 árboles más. La primera encina viajó el jueves en un camión a un vivero del Montseny y la próxima semana le seguirán cuatro o cinco más. "Son árboles centenarios y bicentenarios. Los biólogos dicen que es muy difícil que sobrevivan", explicaba ayer junto a su casa Marta Ruiz, vicepresidenta de la asociación de vecinos, que agrupa a 55 familias. SOS Tibidabo y los vecinos recelan de los números del Ayuntamiento: calculan que 200 encimas más acabarán afectadas: 100 por culpa de los 109 pilones de hormigón que soportará la montaña rusa de 750 metros de largo y 100 más porque verán dañadas seriamente sus raíces. El grupo denuncia que se perderá un ecosistema único en la ciudad con la agravante que encima se produce en época de sequía. "Las encinas y los robles son los árboles propios de aquí. Se están cargando la montaña y su cima", lamentó Ruiz que confesó que lloró tras la tala. "Estamos a favor de un parque familiar pero el Tibidabo ya no puede asumir más visitantes ni tantos coches, ni tampoco la urbanización de nuevas viviendas. No es sostenible". La lucha no ha acabado. SOS Tibidabo seguirá con más acciones "para evitar la aniquilación de nuestra naturaleza, portadora de oxígeno y lluvia".

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