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Absuelto el brigadista acusado de un incendio

El 13 de agosto de 2006, en plena oleada de incendios en Galicia, a la una de la madrugada y tras acabar su jornada laboral de 10 horas, el miembro de la brigada contra incendios del polígono industrial de Ourense Julio Pascual, conocido como El garrafas, decidió irse a su casa de Celanova por el camino más largo "en busca de una gasolinera". Según su propia declaración, realizada ayer ante un jurado popular, que le absolvió por cinco votos sobre un total de nueve, el coche de 30 años de antigüedad que utilizaba se le paraba continuamente, "perdía combustible", por lo que llevaba siempre una garrafa con gasolina. Aquella noche, portaba también otra con disolvente -que, según él, había olvidado su padre- varios palos de helados, una pajita y 15 mecheros "inservibles" que guardaba "para quitarles la piedra". En su mochila, en el coche oficial, había 50 palitos "para armar el tejado de una jaula de pájaros".

Pascual declaró ayer que en la madrugada del 13 de agosto el coche también se le paró, así que le echó el contenido de la garrafa y decidió ir a una gasolinera. Ataviado con casaca y pantalones militares y calado con una visera se fue, "aumentando en casi 10 kilómetros su trayecto a casa", zona en donde los tres días anteriores los fuegos próximos a las viviendas habían generado gran alarma social.

En la gasolinera, Pascual llenó la garrafa, en lugar del depósito del vehículo, con 1,50 euros de gasolina "por si volvía a pararse el coche". Ayer, el primer brigadista encarcelado de aquel agosto negro -puesto en libertad a los dos meses, tras pasar la alarma social- proclamó su inocencia. El ministerio fiscal y la acusación particular ejercida por la Xunta mantuvieron la petición de cinco años de cárcel y los peritos mecánicos aseguraron que desmontaron el coche y "no había fuga alguna por la que pudiera perderse combustible".

Su atuendo y actitud en la gasolinera llamaron la atención de un vecino, Rodrigo Fernández, quien decidió seguirlo en su coche. Al comprobar que se dirigía con la garrafa de gasolina al monte, "aún con rescoldos de los días anteriores", alertó al vecindario y llamó a la Policía. Los vecinos que lo vieron pasar testificaron que a los pocos minutos "surgieron llamas enormes" y los bomberos declararon que el incendio "no era natural ya que tenía un frente de 30 metros". Cuando Pascual regresaba, los vecinos se le echaron encima y lo entregaron a la policía.

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