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Cuatro años de sequía

Las lluvias alivian a los agricultores

Ginés Donaire

Las lluvias que están cayendo desde el lunes en toda Andalucía, con precipitaciones medias acumuladas que superan los 60 litros por metro cuadrado en la parte occidental, están dando un importante alivio a la agricultura y la ganadería andaluza. Son muchos los cultivos que se encontraban en situación crítica, en especial los herbáceos, pero también el olivar o el girasol recién plantado.

Las organizaciones agrarias señalan que las lluvias permitirán que se salve la campaña de cereales, que no había alcanzado su desarrollo fenológico de la planta. Algo parecido ocurre con el olivar, cuya floración se estaba viendo comprometida por la ausencia de agua aunque necesitará un mínimo de 250 litros para asegurar una buena cosecha.

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También los cítricos y los frutales, éstos últimos en fase de cuajado del fruto, necesitarán consumir menos agua de pozos para llevar la producción a su estado óptimo. Para la ganadería, el agua supone un importante bálsamo para las explotaciones extensivas, que con el reverdecimiento de la dehesa lograrán alargar la primavera y evitarán tener que recurrir a piensos y forrajes antes del verano.

Las precipitaciones han abierto también importantes expectativas para el regadío. La Asociación de Regantes Areda cree que las lluvias "dan un vuelco de 180 grados a la cuenca del Guadalquivir", por lo que ha pedido el aplazamiento de la próxima Comisión de Desembalses, que estaba inicialmente prevista para la semana próxima, con el objetivo de contabilizar los nuevos recursos hídricos disponibles como paso previo a la distribución óptima entre los cultivos de la cuenca.

En la misma línea se pronunció el secretario de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA) en Andalucía, Agustín Rodríguez, que ha confiado en que las lluvias permitan por segundo año consecutivo "salvar in extremis" al menos el 50% de la superficie del cultivo del arroz que hasta el momento no estaba garantizada debido a la escasez hídrica.

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Asaja destacó que la lluvia supone "una auténtica bendición para el campo" y sobre todo para aquellos cultivos que se encontraban al borde la línea roja como la dehesa, los cereales, el olivar y el girasol.

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