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Entrevista:BENET CASABLANCAS | Compositor

"Quiero inquietar y emocionar con mi música sin hacer concesiones"

La madurez le sienta muy bien al compositor catalán Benet Casablancas (Sabadell, 1956). Sin renunciar a la más exigente escritura instrumental, su música ha ganado con los años poder expresivo, y cada vez se programa más, dentro y fuera de España. Nada menos que la mítica Musikverein de Viena acoge hoy un concierto monográfico con sus obras de cámara a cargo del conjunto Barcelona 216, dirigido por Manel Valdivieso y con el actor Carlos Hipólito como narrador de sus Siete escenas de Hamlet. "Quiero inquietar y emocionar al público con mi música, pero sin hacer concesiones", afirma Casablancas.

Espera su cita con los melómanos vieneses con una mezcla de ilusión, orgullo y respeto que no le quita el sueño, pero acelera al máximo su corazón. "Es un concierto muy importante, por el prestigio de la sala, evidentemente, y porque Viena es mi segunda ciudad; allí completé mi formación musical y tengo muchos amigos. Me hace una gran ilusión, pero también siento una tremenda responsabilidad", explica sin ocultar la inmensa felicidad que siente ante el hecho, poco frecuente para un autor español, de ser objeto de un concierto monográfico en un auditorio de tal calibre.

"El estilo no es otra cosa que la afirmación de la propia personalidad"
El Musikverein de Viena dedica hoy todo un concierto a sus obras de cámara

El concierto se enmarca en la segunda edición del ciclo Spanien Modern, organizado por el Instituto Cervantes de Viena -ofrece otros tres conciertos con obras de autores españoles hasta el 17 de abril- y cuenta con el patrocinio del Institut Ramon Llull y la colaboración del grupo instrumental Barcelona 216, que acaba de grabar las obras que tocará en la moderna sala de cámara del Musikverein: New Epigrams, In modo di passacaglia, Celebració y la cada vez más difundidas Siete escenas de Hamlet.

Casablancas nunca ha bajado la guardia en cuestiones de rigor y exigencia musical y, aunque es consciente de que la música contemporánea sigue siendo un placer para pequeñas minorías, ahora se siente más libre como creador para transmitir emociones. "Aquella época en la que vanguardia era sinónimo de música para especialistas, de espaldas a la sociedad, ha quedado superada. Ahora soy más libre como creador y busco un lenguaje musical cada vez más depurado, pero capaz de transmitir emociones, porque al final lo que busca un compositor no es otra cosa que conmover", asegura.

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Bajo una apariencia seria, formal y exquisitamente educada, Casablancas esconde un gran sentido del humor -no en vano su mejor ensayo se titula El humor en la música (Édition Reichenberger, 2000, traducido al castellano)- y una fina ironía que le permite diagnosticar los males que afectan a la creación musical española sin perder la sonrisa. "Hace tiempo que he decidido seguir mi propio camino sin hacerme mala sangre por la situación que vive la música en nuestro país", asegura.

"Componer sigue siendo una tarea dura y solitaria, por falta de apoyos y por algo que a mí me preocupa mucho, que es la falta de complicidad entre músicos y escritores, pintores o cineastas", explica. "Me interesan otras cosas además de la música y procuro estar al día, saber qué cosas suceden en el teatro, la literatura, el cine y las artes plásticas, pero ese interés debería ser recíproco y no es así. Las instituciones deberían fomentar puntos de encuentro". Siente auténtica devoción por Shakespeare, constante fuente de inspiración en su música. De esa atracción nació en 1989 una las obras que más satisfacciones le está dando, las Siete escenas de Hamlet, que en sus dos versiones, para orquesta de cámara y sinfónica, se ha interpretado ya en 24 ocasiones. "Mi música es muy abstracta, pero esta obra es lo más próximo al género operístico que he escrito. Lo que nos conmueve de Shakespeare es que nos enfrenta con los misterios, y es esa inquietante atmósfera, esa fuerza dramática, la que, modestamente, he querido evocar en mi partitura".

Lo más dificil de su tarea, asegura, es buscar el equilibrio entre "la necesidad de buscar ideas nuevas y encontrarse a sí mismo, porque el estilo no es otra cosa que la afirmación de la propia personalidad", dice. "Como autor, la ilusión es que alguien siga tocando tus obras 20 años después de haberlas escrito, pero, curiosamente, las obras tienen vida propia. Te has dejado la piel escribiéndolas, pero al final dependen de quién la interpreta y de quién la escucha. Por eso el público debe ser cómplice de la música que escribes".

El legado de la Segunda Escuela de Viena, la vitalidad e imaginación de Stravinski, la mejor herencia de los clásicos... en el lenguaje de Casablancas hay una voluntad de ser original sin perder de vista la mejor tradición. "Me gusta la idea de un clasicismo contemporáneo, que significa no perder de vista la herencia musical, saber de dónde venimos para seguir avanzando".

Tres nuevas grabaciones ampliarán en los próximos meses la discografía de Casablancas: un monográfico con obras para piano interpretadas por Jordi Masó y Miquel Villalba, de próxima aparición en el sello Naxos, y otros dos monográficos, ya grabados pero sin fecha de lanzamiento, con obras de cámara y orquestales, a cargo respectivamente de Barcelona 216 y la Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya (OBC), dirigida por Salvador Mas, con la soprano Ofelia Sala como solista.

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