_
_
_
_
_
ARTE

Censura universitaria en Estados Unidos

El fantasma de la censura se cierne sobre la sociedad norteamericana. La polémica ha llegado con Virtual Jihadi, una obra del artista iraquí afincado desde hace 15 años en Estados Unidos, Wafaa Bilal (Najaf, 1966), que reinterpreta el videojuego Quest for Saddam y el especular Quest for Bush, introduciendo -entre otras modificaciones- el personaje del propio artista convertido en un combatiente islámico, mezcla de héroe medieval y suicida actual.

Más información
VIRTUAL JIHADI:
SANCTUARY FOR INDEPENDENT MEDIA:
NIGHT OF BUSH CAPTURING:
OG OR IRAQI:
STONE THROWERS:
UNDER ASH:
AL QURAISH:

Su exposición The night of Bush capturing: a virtual jihadi, inaugurada el 5 de marzo en el Rensselaer Polytechnic Institute (RPI) de Troy, Nueva York, fue clausurada a los tres días por orden de Shirley Jackson, rectora de la Universidad, para llevar a cabo una "revisión de sus contenidos y objetivos", tras la denuncia de asociaciones de estudiantes republicanos. El 11 de marzo la exposición se trasladó a The Sanctuary for Independent Media, un espacio alternativo gestionado por dos profesores del RPI, pero al día siguiente la policía la volvió a clausurar, esta vez bajo sospecha de constituir una amenaza para la seguridad nacional.

La decisión ocasionó manifestaciones delante del rectorado y el Ayuntamiento de Troy, a las que se sumaron protestas organizadas por las asociaciones para la libertad de expresión, en muchos campus del país. La obra, lejos de constituir una apología del terrorismo, se centra en las condiciones de los civiles iraquíes, intentando transmitir lo que sienten desde que su vida está bajo una constante amenaza real.

No es la primera vez que el artista reflexiona sobre la guerra de Irak. También lo intentó con Domestic Tension, el proyecto que le dio a conocer el pasado mayo, cuando se encerró durante un mes en la galería FlatFile de Chicago, bajo la mirada electrónica de una webcam y del visor de un fusil cargado con bolas de pintura, que cualquiera podía apuntar y disparar a través de Internet.

La voluntaria reclusión representaba con amarga ironía, la vida diaria de miles de iraquíes, encerrados en casas incapaces de salvare de ataques anónimos e inevitables, como los que sufrió Bilal, blanco de más de 40.000 proyectiles en las primeras dos semanas y media de su performance online.

Disparos al artista

El artista, que chateó con centenares de asesinos virtuales, relata su experiencia en el libro Shoot an Iraqi: Life, Art, Resistance under the Gun, que saldrá este mes de abril por City Lights Press, la editorial fundada por Lawrence Ferlinghetti. Menos de un año después de aquello, Bilal vuelve a ser tema de debate. En Virtual Jihadi la situación es compleja como la guerra misma.

El proyecto arranca de uno de los peores videojuegos de la historia, Quest for Saddam, en el que el jugador debe masacrar a todos los iraquíes que se interponen en su captura del dictador. Tres años después Global Islamic Media Front, una oscura organización que la prensa estadounidense considera cercana ideológicamente a Al-Qaeda, lanza Quest for Bush, una versión emblemática de la misma retórica maniquea en la que sólo cambia el personaje. Bilal hackeó el código de este último juego y se introdujo en el guión en el papel de una especie de superhéroe desesperado, ataviado con el traje de los guerreros medievales y un cinturón de bombas, que decide inmolarse tras la muerte de su hermano.

"Utilizar un hecho autobiográfico y convertirme en un suicida me pareció la forma mejor de reflejar el drama de los civiles y su vulnerabilidad frente a las organizaciones terroristas que explotan su rabia y su exigencia de seguridad", explica Bilal, cuyo hermano falleció por una bala perdida. La instalación con pantallas gigantes atrapa al jugador en un espacio inmersivo, que hace la acción mucho más real que en el ordenador. "Los videojuegos enseñan a practicar la violencia y educan en el odio", se justifica.

"Más allá de la propaganda de los militares americanos y los terroristas de Al Qaeda", prosigue. "Yo quiero mostrar la vida de los civiles en ciudades convertidas en campos de batalla, donde para sobrevivir hay que someterse al poder dominante sin importar su ideología. Esto es lo que pasa en la vida y en el juego también", afirma Bilal.

En efecto, en la primera parte del juego, cuando parece que el ejército americano libera la población, el personaje les apoya, pero cambia de bando a medida que Al Qaeda va tomando poder y los invasores se demuestran incapaces de controlar la situación, ... "exactamente como está pasando en Irak", insiste el artista exiliado iraquí.

Un perro o un iraquí

"La censura confirma que la cultura imperialista dominante siempre impone su punto de vista y ni siquiera intenta entender otro. La cultura democrática está en peligro", asegura el artista, quien tiene todavía una obra expuesta en el RPI, en la cual se puede participar también a través de Internet. Se trata de una encuesta online en la que se debe responder a la pregunta ¿quieres torturar un perro o un iraquí (que también esta vez es el propio artista)?

La obra tiene su origen en el veto impuesto por el presidente Bush a una enmienda del Congreso para prohibir el waterboarding, una forma de tortura en la que se obliga el prisionero a inhalar agua, técnica longeva, por otra parte, ya que fue utilizada por la Santa Inquisición.

VIRTUAL JIHADI: http://wafaabilal.com SANCTUARY FOR INDEPENDENT MEDIA: http://thesanctuaryforindependentmedia.org NIGHT OF BUSH CAPTURING: www.megashare.com/49687 OG OR IRAQI: www.dogoriraqi.com STONE THROWERS: www.damascus-online.com/stonethrowers UNDER ASH: www.underash.net AL QURAISH: www.quraishgame.com

El artista iraquí Wafaa Bilal.
El artista iraquí Wafaa Bilal.
Bush forma parte del juego.
Bush forma parte del juego.

La réplica del islam

Desde hace unos cinco años en Internet se combate una guerra de propaganda a golpes de video-juegos.

En el mundo islámico han surgido numerosos proyectos que utilizan las mismas estrategias y los mismos estereotipos de las empresas occidentales, pero invirtiendo los personajes y reproduciendo episodios dramáticos de la Intifada palestina y del conflicto entre Líbano e Israel.

El panorama va desde juegos religiosos, que enseñan los preceptos del islam y proyectos políticamente correctos de estudiantes o artistas, que exploran la compleja realidad de Oriente Medio, hasta propaganda antisionista y producciones surgidas de organizaciones como The Global Islamic Media Front.

Entre los productos que se alejan de la retórica política dominante destaca The Stone Throwers, un microjuego que se puede descargar desde Internet, creado por el médico sirio Mohammad Hamza.

También ofrecen lecturas alternativas del conflictos arabo-israelí Under Ash y Under Seige, dos producciones de Afkarmedia, una compañía independiente de Damasco y fundada por el ingeniero electrónico Radwan Kasmiya. A Kasmiya se debe el proyecto hasta ahora más ambicioso y sofisticado del género Al Quraish, un juego de estrategia en tiempo real que cuenta la historia del islam a través de los ojos de personajes no musulmanes.

"Tenemos que luchar en dos frentes, contra los perjuicios de Occidente y también de los fundamentalistas islámicos. Las empresas occidentales no nos quieren vender los motores de los juegos, así que estamos obligado a desarrollarlos nosotros y esto nos hace aún más independientes", asegura Kasmiya.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_