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Reportaje:

Pioneros de la banda deseñada

Una exposición repasa en Santiago la historia del cómic gallego desde 1973

Santiago

Una selección de más de 300 trabajos de 71 autores, ordenados cronológicamente, se reparte desde hoy el espacio expositivo del Auditorio de Galicia. Historieta Galega 1973-2008 rinde homenaje a Xaquín Marín, tótem de la banda deseñada (BD) desde los primeros 70. Carlos Giménez, el autor de Paracuellos, estará también en Compostela como encargado, junto a Miguelanxo Prado, Carlos Portela y Antonio Vázquez, del programa de clases para dibujantes y guionistas que completa la exposición.

Xaquín Marín expone obra en todos los bloques de la muestra
"Los movimientos unitarios pasan de moda", recuerda Miguelanxo Prado

"Pese a la amplitud de la muestra queríamos conseguir una cierta sensación de ligereza", apunta Fausto Isorna, comisario (y autor) junto a Gemma Sesar. El año que marca el aniversario, 1973, coincide con la primera Exposición do Cómic Galego, que organizara el Grupo Castro con el apoyo de la Asociación Cultural O Galo. Originales de Reimundo Patiño -del que se exponen 12 planchas de 90 por 90 centímetros de O home que falaba vegliotta-, Pepe Barro, Marín -que ya en 1971 publicaba su primera historia, O emigrante, en la revista Chan-, Xosé Díaz o Chichi Campos glosan el bloque de pioneros de la exposición, con una vitrina especial para A cova das choias (1974), la primera revista de BD gallega, impresa en Ginebra y distribuida aquí clandestinamente, o la posterior Xofre.

En realidad, los precedentes de la historieta gallega están en algunas de las publicaciones de aire satírico de finales del siglo XIX, la mayoría asociadas a la figura del periodista Enrique Labarta. De El Ciclón o Extractos de literatura se extractan sobre todo "viñetas anónimas", señala Isorna, en el pequeño espacio histórico que precede a los pioneros de los 70. El underground, en un sentido estético más que funcional, aquí se impone en los 80, década a la que se consagra el tercer bloque de Historieta Galega: Das Capital, Valiundiez (Santiago) o Can sen dono (Vigo) son algunos de los ejemplos escogidos de la época del fanzine, que se prolonga más allá de la crucial aparición en Ourense del grupo Frente Comixario. Casi 20 años después de su aparición, la banda de Henrique Torreiro y Miguel Carballo merece un apartado especial en el auditorio santiagués, con mención para el expresionismo punk del fallecido Fernando García Varela (Papagaio Spray).

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El último espacio, de los 90 en adelante, sirve líneas de reflexión acerca del futuro del cómic gallego. Por la revista Golfiño (2000-2004), en sus dos etapas, primero en Xerais y después en La Voz de Galicia, pasaron más de 30 autores, de David Rubín a Jacobo Fernández. "Tenía un acabado comercial", concede Isorna, que fue su director artístico, "pero el listón artístico estaba bastante alto". El último espacio cronológico de la muestra incluye un apartado especial para Pepe Carreiro, en la categoría de humor gráfico, y un especial Extramuros que incluye obra emigrante de autores como Prado, Daspastoras o Suso Peña. Desde Pulgarcito a Zona 84 o El Jueves. También figuran aquí jóvenes como Tirso Cons o Álex Cal, que dibujó para Marvel una de las últimas series especiales de Spiderman.

Sólo Xaquín Marín repite en todos los espacios de la exposición. "Yo pretendía ser pintor, pero tropecé con Patiño", repite, todavía indeciso con respecto del homenaje. Para Marín, el momento actual es "espléndido si hablamos de autores, gente con una técnica soberbia". Quizá el fundador de la BD gallega, antologado en Dos pés a testa (Galaxia, 1986), echa en falta "la mezcla de barroco y románico", las formas redondas y envolventes que caracterizan el arte gallego fundacional.

Miguelanxo Prado, a punto de ser publicado en gallego por primera vez fuera de la edición oficial (Os compañeiros da orde da pedra, Feima/El Patito Feo), recuerda el riesgo de crear escuela. "Los movimientos más o menos unitarios, como la línea clara valenciana o la Escuela de Madrid, desaparecieron cuando pasó la moda". Esa misma heterogeneidad de la BD autóctona es, en opinión de Prado, "la ventaja que tenemos nosotros".

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