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PUNTO DE OBSERVACIÓN | ELECCIONES 2008
Columna
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El malentendido de la participación

Soledad Gallego-Díaz

El debate entre Solbes y Pizarro fue seguido por 4,7 millones de espectadores y los expertos calculan que el que se celebrará el lunes próximo entre Zapatero y Rajoy convocará a más de 13 millones de ciudadanos, es decir a casi la mitad de todos los que están llamados a las urnas el 9 de marzo. Desde ese punto de vista, el encuentro, al margen de quién se proclame vencedor, tendrá una formidable capacidad de movilización. Trece millones de espectadores significa que el debate se va a convertir en el tema de conversación preferente al día siguiente. Y eso es algo que el PSOE está buscando con fuerza, porque confía en que una participación alta le permita, no sólo ganar, sino aumentar su distancia actual con el PP (16 escaños). Es cierto que las victorias por más de 50 escaños han pasado a la historia y que se han consolidado las diferencias por 18 o, incluso, 15 escaños. Pero también lo es que en su segunda legislatura, todos los presidentes del Gobierno han mejorado sus resultados y que ZP no querrá ser menos.

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En el tan traído y llevado tema de la participación electoral existe, sin embargo, un cierto malentendido. Oyendo a los socialistas se podría pensar que en 2004 se produjo una participación fuera de lo habitual. La realidad es que, si se consideran las nueve elecciones celebradas desde 1977, la participación registrada en 2004 (75,66%) ocuparía un modesto quinto lugar, por debajo de 1977, 1982, 1993 y 1996. Tampoco es cierto que la participación garantice la victoria del PSOE: en 1996 perdió pese a que acudió a votar un 77,38% del censo. Lo que sí es probablemente cierto es que la derrota sería casi segura con una abstención por encima del 30%.

En días como el de ayer, con la agresión sufrida por varios consejeros madrileños a la puerta de un hospital, que viene a sumarse a los acosos sufridos por Nadal, Díez o San Gil, conviene valorar aún más la reacción de los alumnos de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid que el pasado jueves evitaron que un grupo de jóvenes enmascarados impidiera hablar a los representantes de los partidos que el decanato había invitado.

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