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Crítica:LIBROS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El peso del helio

De pocos libros se ha hablado tanto, antes de ser escritos, como de éste de Yasmina Reza sobre Nicolas Sarkozy. No era para menos. Un político controvertido que a nadie deja indiferente, y una exitosa escritora, con olfato comercial y fama de elitista de izquierdas, que se dedica a seguirlo, libreta en mano, en mítines, en viajes, en reuniones con sus colaboradores y en su propia casa, desde el momento en el que se postula como candidato a la Presidencia de Francia hasta que un año después conquista el Elíseo. Como suele suceder en casos precedidos de tanta expectación, la salida del libro ha creado polémica en Francia. Hay quienes acusan a Reza de haber sido demasiado complaciente con el personaje, de enaltecerlo, de haberse dejado seducir incluso, y quienes la acusan de destruirlo. En una entrevista concedida a este periódico, ella misma atribuía la razón del equívoco al impacto mediático que causó la noticia del proyecto. Se dio por hecho que sería un libro político en el que tomaría partido, cuando la realidad es que se trata de un retrato literario que trasciende, incluso, al propio Sarkozy.

El alba la tarde o la noche

Yasmina Reza

Traducción de Jaime Zulaika

Anagrama. Barcelona, 2008

178 páginas. 16 euros

L'alba el capvespre o la nit

Yasmina Reza

Traducción de Oriol Sánchez

Empúries. Barcelona, 2008

144 páginas. 16 euros

Carece de sentido entrar a valorar, como han hecho algunos, el supuesto oportunismo de Reza al elegir el tema, su olfato comercial que decíamos antes, su posible afición a estar en la palestra. Ni siquiera su ideología ni las simpatías o antipatías que pueda despertarle Sarkozy. Todo ello no atañe a la sustancia del libro. La sustancia es otra, y en su persecución hay que decir que Reza se maneja impecablemente. Quiere retratar al hombre, mostrarlo en acción con todas sus aristas, pero sin valorar lo que ve. Así se lo explica, en presencia de Sarkozy, a un empresario que le inquiere por lo que escribe: "No trato de escribir sobre el poder o la política, o sobre la política como modo de existencia. Lo que me interesa es contemplar a un hombre que quiere rivalizar con la huida del tiempo". El afán de poder está allí, omnipresente, pero, frente a él, se permite el lujo, incluso, de mostrarse condescendiente: "Me hablan a menudo de poder supremo. ¿De dónde me viene esta dificultad de considerar que el poder supremo es la Presidencia de la República? ¿Y qué sería el poder supremo?".

El alba la tarde o la noche es el relato de un año fundamental en la carrera política de Sarkozy, de lo que sucede en las bambalinas de una campaña electoral, pero sobre todo es el retrato de un hombre que se consume por una ambición que hace ya tiempo que dejó de ilusionarle, que vive en el no tiempo (hablando, actuando, representando, decidiendo) sin pensar en otra cosa que en el siguiente paso a dar: "Es extraño querer a cualquier precio, al precio de las más grandes renuncias, algo que ya no emociona y que has dejado de amar. Abandonado por las formas vitales, queda el querer. El querer como residuo. Tan poderoso, no obstante". Un personaje obsesionado por cuantificar la proyección de su personalidad, que se informa a diario de las ventas de sus libros, que lo primero que hace al salir de un plató televisivo es preguntar por las cifras de audiencia y que, cuando consigue llenar auditorios, bulle de ególatra excitación y se jalea como un niño que ni siquiera tiene el pudor de guardar su alegría para sí. Vanidoso, jactancioso, impaciente son algunos de los adjetivos que Reza le dedica. Otros, como ciclotímico, despótico, superficial, caprichoso o celoso, no los pone con todas sus letras, pero se coligen del relato. No se puede decir, pues, que dé una imagen complaciente. Tampoco lo contrario. Aunque es cierto que, del lado de la complacencia, las alabanzas parece que nacen desde un prejuicio inicial: "A menudo es lejos del micrófono, de la cámara, entregando, sin pensar en ello, la plena medida de su libertad, cuando le admiro sin reservas".

Pero decíamos que el relato trasciende al propio Sarkozy. Por momentos parece en efecto que lo de menos es él, que Reza lo ha tomado como ejemplo hiperbólico del político, del hombre de acción. Son innumerables las frases a lo largo del texto que así lo indican: "Los hombres de los que hablo viven en un mundo donde las palabras tienen el peso del helio. Apenas pronunciadas, vuelan y desaparecen del porvenir" (página 34). O luego: "Juegan fuerte. Es lo que me conmueve. Juegan fuerte. Son a la vez el jugador y la apuesta. Se han puesto ellos mismos en el tapete. No se juegan la existencia, sino más grave, la idea que se han hecho de ella" (página 53). O luego: "Estos hombres no quieren la felicidad, quieren su oportunidad en la batalla" (página 85). O luego: "Pero lo que viven no es el olvido de ellos mismos. Es, por el contrario, la obsesión de uno mismo y el olvido inevitable de los demás" (página 95). O luego: "Y es exactamente de eso, me digo, de lo que huyen los hombres de los que hablo, del lugar en el que no hay nada que esperar, los jirones del ayer, el decurso monótono, la existencia que pasa inadvertida" (página 171).

Esa extrapolación desde el caso concreto de Sarkozy a la generalidad de la expresión "los hombres de los que hablo", sin perjuicio de que muchos políticos no la merezcan, la puede hacer Reza gracias a la neutralidad literaria, que no periodística, que adopta desde el principio a la hora de registrar sus impresiones. A ello le ayuda el que, aunque manipulado, se trate de un diario. Escribe sobre lo que ve y escucha en tiempo presente, sin espacio para la reflexión posterior, y la fotografía resultante a veces es mucho más aterradora, por lo que intuimos de esos hombres que ven el mundo sin detenerse en los semáforos, que nuestra peor fantasía. -

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