_
_
_
_
_
LA NUESTRA | Signos
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Soy un inútil

La única opción que me queda es reconocer que soy un inútil: no soy capaz de hacer un seguimiento de la programación de las dos cadenas de la televisión autonómica que me permita decir algo con sentido acerca de algo. Pondré un ejemplo. El martes pasado se había anunciado la presencia del muy mediático juez de menores granadino Emilio Calatayud en los Ratones coloraos de Jesús Quintero. Como el Partido Popular había anunciado dos días antes un apocalipsis para menores, pensé que valdría la pena esperar a la entrevista de Quintero al juez, aun a sabiendas de que estaría grabada antes de que los populares dispararan la traca penal que han tomado por bandera. Empezó el programa, y lo hizo con la mejor promesa: nada menos que Chiquito de la Calzada. Y ahí sobrevino el desastre: me quedé dormido en la entrevista que Jesús Quintero le hizo a Chiquito de la Calzada porque nada de ese carísimo programa merecía la pena seguir despierto: Quintero estaba de paso en el plató y dejó una impresión de desinterés mayúsculo hacia su invitado. Me explico: en vez de preguntarle por su vida, lo que le pidió a Chiquito fue un par de anécdotas más que previsibles que de hecho ya ha contado miles de veces. La verdad es que no entiendo lo que Quintero, que sabe -o supo- hacer las cosas con otra intención, busca con esta manera fofa de acercarse a personajes de tanta enjundia. Yo me dormí.

Y en esa confusión de la somnolencia me bailan en los ojos cerrados cosas banales que, por ser tan inútil, son los restos diurnos que La Nuestra me deja. Un joven del que habitualmente se hablaba en Contraportada (un programa digno de estudio por su equilibrada mezcla de la fascinación por la aristocracia andaluza y un indisimulado morbo por la carne canalla) se me aparece como actor, pero ya por la noche, en Planta 25. Es Julián Contreras, uno de los hijos de Carmen Ordóñez. ¡Bingo! La economía de la escasez se resuelve con este modelo de reciclaje del que sólo cabe esperar que el nuevo actor y antes persona perseguida por las productoras, ahora pueda ser rentabilizado en un nuevo escaparate del que a su vez puede ser removido, a poco que la audiencia o la crónica lo exijan, para ser reutilizado en su condición original de carnaza.

La verdad es que fue peor la siesta del día anterior. Había dedicado la mañana a mi trabajo, que me gusta y me hace sentirme útil. Enciendo el televisor al llegar casa y veo que Tele 5 está dando el informe diario de Supervivientes. Los famosos tienen que ir de una isla a otra. Y Tele 5 los obliga a trasladarse en un cayuco. Todos ustedes saben lo que se siente en el estómago cuando sobreviene un corte de digestión.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_