"No siento miedo pese a moverme en terreno peligroso"
"Si hay que comer...". Svetlana Gánnushkina, una combativa defensora de los derechos humanos rusa entregada a la causa de sus conciudadanos maltratados, propone ir a su casa, donde Zhenia, su marido, matemático como ella, responde de la cocina, o al Comité de Ayuda Cívica, la institución que dirige, donde hay una mesa con mantel de hule junto a la cual cobra fuerza para atender a los angustiados llegados de Chechenia, del Cáucaso o de Asia Central en busca de refugio y ayuda.