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El IVAM descubre al Arroyo escultor

En la trayectoria profesional de Eduardo Arroyo (Madrid, 1937), la escultura ha sido "un acompañamiento poco amable" a su pintura, según expresaba el propio artista. Por ello, la vertiente escultórica del artista, "el Arroyo 2", como lo define él, es una novedad para los seguidores de la obra de este pintor, icono del figurativismo y el pop art, que desvela desde ayer el IVAM. El museo valenciano ha reunido las creaciones de los últimos diez años de un artista descubierto para el público español en 1976, tras volver de su exilio parisino, en lo que Marcos Ricardo Barnatán, comisario de la exposición, define como "uno de los hechos culturales más importantes de la Transición". 49 obras, 17 de ellas esculturas, componen una muestra que arranca diez años atrás, cuando el Centro de Arte Reina Sofía dedicó al pintor madrileño una retrospectiva de su obra. La creación de Arroyo desde entonces se puede ver, hasta el 13 de abril, en el IVAM para descubrir obras que, con cierta sorna, describe así: "Son seres vivientes a los que yo abandono enseguida y van por las tabernas hablando mal de mí". Arroyo enseña por primera vez en público su faceta de escultor, "dictada por la naturaleza", al lado de la pictórica, en la que muestra creaciones "más intimistas y más crípticas", el fruto de un trabajo que, como los malabaristas del circo, "busca siempre plantearse problemas y hacer el más difícil todavía".

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