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Columna
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Esfuerzo

No sé adónde irán a parar los esfuerzos de Artur Mas por refundar el catalanismo en la España de hoy, pero mientras tanto, a nivel estatal, por consenso y sin ningún esfuerzo, hemos logrado refundar el analfabetismo, a juzgar por el Informe PISA de la OCDE. Esto no significa, por supuesto, que entre ambas cosas haya una relación causal. Al contrario.

Antiguamente, cuando España podía enorgullecerse de ser la reserva espiritual de acémilas de Europa, el que era analfabeto lo era por falta de escolarización. Hoy lo es por voluntad, propia o inducida. La diferencia no es trivial, porque significa que de la situación actual no es responsable la escuela. A leer aprende todo el mundo. Luego, el que no practica, es como si no hubiera aprendido. Lo mismo ocurre con el que va a una escuela de automovilismo, aprueba el examen teórico y no se sienta nunca al volante. Tiempo y dinero perdidos. Lo malo es que si los chicos y las chicas en edad escolar no saben leer, lo más probable es que sigan sin saber toda la vida. Allá ellos: el que no sabe hacer la o con un canuto, acaba comulgando con ruedas de molino. El aspecto positivo es que si pueden vivir en estas condiciones, es señal de que leer no les hace falta. Nadie posee virtudes que no necesita, y lo mismo pasa con los esfuerzos mentales. Y al parecer, ni para integrarse con éxito en el caudal de nuestra floreciente economía del chanchullo y el pasteleo, ni para participar en el discurso político e intelectual hace falta saber leer. Para lo primero, basta con saber colocarse donde conviene y mirar para otro lado, y lo segundo ya nos lo dan desmenuzado en ideas sencillas, repetidas a gritos. Una muestra de progreso social. Volviendo al ejemplo del conductor apático, antes el que no tenía carné de conducir, había de ir en autobús o andando; hoy le ponen coche y chófer.

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