_
_
_
_
_
CÁMARA OCULTA
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Compañera Emma

Se dice tontamente que detrás de cada gran hombre hay siempre una gran mujer a la sombra. No tiene por qué ser así. En sonadas ocasiones ha habido grandes hombres a pesar de... Fernando Fernán-Gómez ha sido afortunado: en los últimos casi cuarenta años de su vida estuvo junto a una mujer generosa, vivaz, inteligente, culta y divertida, que le acompañó feliz en todo momento, y que quizá también le soportó en las circunstancias ingratas. Emma Cohen, que había aterrizado en el cine español tras sus aventuras en el Mayo Francés, donde tiraba piedras a los guardias, sigue conservando la misma alegría de vivir. Intervino en aquellos años en no pocas películas españolas y programas de televisión: alta comedia, cine de terror, de humor, cintas pícaras o infantiles... lo que se hacía entonces.

Cuando Fernando y ella coincidieron en una película, quizá Pierna creciente, falda menguante, Emma era también escritora, quería dirigir películas y cambiar el mundo. Estaba sola y no quería estar sola, tal como el propio Fernando escribió, añorándola en un momento -breve- en que ambos estuvieron separados. Una pausa. Continuaba Fernán-Gómez: "Llenó la casa de risas, de bromas, de juegos, de amigos. Cuanto ella podía tener de hospitalario, me lo entregó, procurando, con su gran instinto, restañar viejas heridas y, con minuciosa delicadeza, no abrir ninguna nueva". No debía ser fácil, seguramente nunca lo es convivir con un genio. Pero pasaron y pasaron los años, y Emma continuaba a su lado, alegre y combativa, atenta a cuanto el gran Fernando pudiera necesitar. Compartió con él algunas penas que luego se transformaron en grandes regocijos, como fue sin duda el largo aplazamiento del estreno de Las bicicletas son para el verano, la mejor obra teatral de Fernando, y su posterior triunfo. Escribió junto a él algunos de sus buenos guiones -la serie para televisión El pícaro-, le dirigió en algunos de sus cortos -La plaza, Quería dormir en paz...-, y posiblemente le hacía leer en primer lugar sus novelas, Toda la casa era una ventana, Alba, reina de las avispas, Loca magnolia...

La generosidad de Emma Cohen admiraba a cuantos visitaban a don Fernando. Y el exquisito tacto que desplegó cada vez que debió anunciar a su compañero la muerte de algún amigo cercano: la Ponte, Agustín González, Eduardo Haro, Pablo del Amo, Pedro Beltrán... En cada ocasión, Emma supo desplegar su mejor hacer para no despertar en su cónyuge angustia ni pena. Fernando posaba en ella su confianza, y Emma Cohen, mujer admirable, ha estado a su vera hasta el último instante, con la entrega y el amor de siempre. Un abrazo.Pasaron los años, y ella continuaba a su lado, alegre y combativa

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_