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Reportaje:

Munich coge carrerilla

La mítica empresa catalana de zapatillas deportivas triunfa en el mundo de la moda y prepara el salto al golf, los bebés y la marroquinería

Quien no se ha calzado alguna vez unas zapatillas deportivas Munich? Sí, esas de la mítica X. ¿Verdad que les suena? Tuvieron su primera época dorada en los años 70 del siglo pasado, cuando en España se despertó el furor por el fútbol sala. Tras el dominio prácticamente absoluto de los gigantes Nike y Adidas, empezó a vivir una segunda juventud a partir de 2000, cuando decidió reeditar su modelo más emblemático, el Goal, una propuesta que ha seducido al mundo de la moda, coincidiendo con la influencia del deporte en las prendas de calle.

La empresa, catalana, por muy alemana que suene, ha visto aumentar su facturación un 173% desde 2002 -cerró 2006 con unos ingresos de 10,4 millones de euros-, gracias fundamentalmente, al espectacular incremento de las ventas dentro de la Unión Europea. Éstas de han multiplicado por 24 en los últimos cuatro años.

Gran parte de su éxito se debe a la división de zapatillas de calle, que ya aporta el 40% de las ventas, y al mercado italiano de la moda
La empresa, que ha incrementado un 173% su facturación desde 2002, cerró el pasado ejercicio con unos ingresos de 10,4 millones de euros

El éxito se debe en gran medida a la división de zapatillas de calle, que ya aporta el 40% de las ventas y va en aumento, especialmente en Italia -la meca de la moda-, donde Munich obtiene el 40% de su facturación. Nadie es profeta en su tierra, aunque, poquito a poco, España va en aumento. El grueso del negocio aún lo proporciona el deporte, especialmente las zapatillas de fútbol sala, pero también las de balonmano y las botas de fútbol.

Pero el crecimiento, el futuro, está en otras líneas de negocio. Como el calzado de calle. "Decidimos apostar por ahí después de visitar una feria de accesorios para calzado. Me di cuenta de que los 1.000 expositores, sólo cuatro eran proveedores míos", relata Xavier Berneda, que dirige la empresa junto a su hermano, David. "Tenemos una fábrica en Capellades, con 60 trabajadores, eso es mucha responsabilidad", prosigue.

En Cataluña, fabrica los modelos de moda y el calzado deportivo de fútbol sala de gama alta, unos 170.000 pares, desde los mecanizados hasta los acabados, y las fases manuales de los diseños más sofisticados. Uno de las últimas novedades ha sido la incorporación del nailon al zapato.

Proveedores italianos

Munich se puede permitir fabricar en España. Sus productos tienen un gran valor añadido y eso se traduce en el precio: "medio-alto y alto. Eludimos lo económico porque producimos con materia prima europea". La mayoría de sus 200 proveedores son italianos, como muchos de sus diseñadores.

Las zapatillas deportivas más económicas, que también las hay, las produce en China, Túnez, Marruecos, Alicante... "Los márgenes son más pequeños y tienen que salir los números". En total, fabrica más de medio millón de pares de zapatos al año.

Tras un acuerdo comercial fallido con Vialis, desde 2002 distribuye el calzado de moda en tiendas selectas, no en zapaterías. En España tiene presencia en más de 300 puntos de venta, teniendo en cuenta su división deportiva (ésta se vende en tiendas especializadas en deporte).

Munich está enfrascado en estos momentos en dos grandes proyectos. El primero es ampliar su red de ventas más allá del arco mediterráneo. "Buscamos distribuidores en el centro y el norte de Europa, Rusia".

El segundo es abrir nuevas líneas de negocio. Ya está haciendo sus primeros pinitos con la fabricación de zapatos fashion para bebés. Empezará con 15.000 pares. Los más ambiciosos son, sin embargo, ampliar sus productos al mercado del golf -"estamos a punto de firmar con una distribuidora especializada para toda Europa"- y crear una línea de accesorios de moda joven, es decir, trasladar el concepto de sus zapatos de calle a bolsos y demás complementos.

Zapatos por libertad

Los orígenes de Munich se remontan a 1939, cuando Lluís Berneda, abrió un pequeño taller artesanal de zapatos en Sant Boi de Llobregat (Barcelona). Su trabajo se convirtió en su salvación, y nunca mejor dicho. Berneda contó con la gran suerte de poder cambiar zapatos por libertad cuando, tras la Guerra Civil, estuvo preso en un campo de trabajo franquista.

Pronto se especializó en calzado técnico deportivo, gracias al auge de varias disciplinas en la localidad (cuna de Pau Gasol), especialmente del rugby, con la legendaria Santboiana, a cuyos integrantes les hacía las botas a medida, y del atletismo.

En 1964, la empresa dio un paso determinante con la inclusión de su símbolo más característico, la X, que obedece, en realidad -como en todas las marcas-, a la necesidad de tapar las costuras de las distintas pieles del calzado y poder, así, abaratar costes: no se afea el zapato. Al tiempo, se abandonó el nombre de Berneda por el de Munich.

La inspiración alemana no es en balde, se adoptó para emular a su industria y su tecnología. En Europa, Alemania era el líder indiscutible del calzado deportivo.

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