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Reportaje:

El iluminado

Ibrahimovic se sintió al principio un extraño en la selección sueca por el rechazo de sus compañeros a su individualismo de estrella

Diego Torres

Anders Svensson, centrocampista del Southampton, es uno de esos suecos puritanos que reivindican el fútbol colectivista como remedio contra el ataque de España. En los planes de Svensson la figura de Zlatan Ibrahimovic, en cuanto jugador iluminado, siempre resultó desconcertante. "Suecia es un país pequeño", decía ayer; "nosotros no tenemos el talento de las grandes naciones futbolísticas. No tenemos la calidad de los españoles. Llevamos un siglo jugando de una forma porque es la que nos da resultados. Rechazamos el individualismo. Para nosotros es fundamental el trabajo colectivo. O trabajamos todos como una unidad o fracasamos. Por eso a Zlatan le ha costado tanto integrarse. Hasta hace poco no defendía. Se limitaba a marcar goles, como en el Inter. Y en la selección el reparto de funciones no es tan específico".

"No se integraba porque no defendía", dice Svensson; "y aquí trabajamos todos"
"Es nuestra 'diana", opina Nilsson; "debe aguantar el balón y lanzar a los volantes"

Hasta hace muy poco, Ibrahimovic exigía que le dieran la pelota o le dejaran en paz. Cualquier cosa menos correr sin balón. Iba por los vestuarios predicando algo que sus compañeros no podían concebir en su estructura mental. "Aquí", repetía el chico con un brillo de extravío, "el resolutivo soy yo".

Ibrahimovic, hijo de un inmigrante musulmán bosnio y de una croata, criado en el barrio marginal de Rosengrand (Malmoe), habló el sueco tardíamente porque se pasó la infancia rodeado de balcánicos. Creció en el seno de una comunidad expatriada por la guerra de los Balcanes y cuando llegó a la selección se sintió como un cuerpo extraño. Su visión mística del fútbol colisionó con el rechazo visceral que experimentaban sus compañeros por el individualismo.

La relación hizo crisis en 2006, cuando Ibrahimovic fue apartado por indisciplina. Ahora parece reinar la calma. Los jugadores suecos y el seleccionador, Lars Lagerbäck, coinciden en que la estrella del equipo ha asimilado el papel que le corresponde. "Ahora", afirma Lagerbäck, "Zlatan se ha convertido en un jugador de equipo. Antes jugaba para sí mismo".

Ibrahimovic no ha metido ningún gol con la selección sueca desde que se comporta como quieren sus compañeros. Mientras que con el Inter suma 22 goles en la Liga italiana en los últimos 14 meses, con Suecia no marca en partido oficial desde antes del Mundial de 2006. Si los jueces que conceden el Balón de Oro tuvieran que juzgarlo por su actuación internacional, el delantero más brillante del mundo se quedaría fuera de la lista de los 40 nominados al trofeo.

El barbudo Mikael Nilsson, que juega en el Panathinaikos, más que futbolista parece alpinista. "Es verdad que ha cambiado", asiente Nilsson; "pero yo le recomendaría que no cambie tanto. A diferencia de su papel en el Inter, para nosotros es el típico jugador diana. Lo buscamos más para que sea el eje del ataque. Alguien que debe recibir el balón y aguantar hasta que lleguen los centrocampistas. Contra España será fundamental porque nosotros no vamos a tener mucho el balón. Cuando lo tengamos, tenemos que sorprender desde atrás a gran velocidad. Para eso necesitamos que Zlatan reciba el primer pase. Él es nuestro lanzador".

Christian Wilhelmsson es uno de esos centrocampistas que sueñan con irrumpir desde atrás para descuadrar a la selección española esta noche. "Zlatan ha crecido para ayudar al equipo", dice; "apoya al medio campo y participa de la defensa. Como España tendrá el balón, igual que ocurrió en la ida, lo más importante es que nosotros no nos desordenemos atrás. Cuando tengamos el balón, debemos ser directos".

"Con Suecia, Zlatan debe ser más defensivo que en el Inter", admite Lagerbäck; "aquí, él tiene menos libertad de acción. También sufre más que en su club porque, como es el hombre más desequilibrante con diferencia, los defensas contrarios se concentran más en marcarle. No le dan espacios y es muy difícil que pueda destacarse en una jugada individual. Por eso debemos apoyarlo y buscar alternativas distintas para llegar al gol".

Marcus Allbäck, un modesto delantero centro del Copenhague, se preparaba hace un par de días para acompañar a Ibrahimovic como pareja en el ataque sueco en el Bernabéu. Cuando le preguntaron por su colega, meneó la cabeza de boxeador y sonrió: "Zlatan está en otra galaxia. Me tengo que adaptar mucho a su juego porque le gusta que le devuelva el balón en corto. Y eso es algo que no hago desde hace tres años".

Ibrahimovic, durante el entrenamiento de ayer.
Ibrahimovic, durante el entrenamiento de ayer.EFE

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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