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Reportaje:Cercanías: la voz de los pasajeros

"Nos quejamos, pero no nos plantamos"

Usuarios de Renfe explican sus problemas, sentimientos y esperanzas

Los usuarios de Renfe viven entre el sentimiento de irritación y el de la resignación. Confían en que algún día las cosas mejorarán, pero no creen que sea gracias a los gestores actuales. Y cuando han oído que algunos dirigentes políticos catalanes insinuaban la posibilidad de retrasar el traspaso de Cercanías se han sentido heridos. "que lo cojan ya y que hagan lo que puedan", dice un usuario. Otra pasajera habitual lamenta la capacidad que tienen los viajeros de quejarse sin llegar nunca a plantarse, y una tercera persona sugiere que el plante no serviría de nada.

EL PAÍS ha reunido esta semana a una docena de personas, todas ellas usuarias habituales de Cercanías, para que explicaran sus vivencias, lo que viven y sufren cada día; lo que les supone el corte de las líneas; lo que les ha supuesto la desorganización ferroviaria de los últimos meses. Hay unanimidad: ellos hablan de años de caída libre del servicio. Todo empezó, afirman, mucho antes de que se cruzaran las obras de la alta velocidad. Eso sí, coinciden en que desde los poderes públicos, sin distinción, se ha dado preferencia absoluta al AVE en detrimento de los trenes de los trabajadores.

Eva García: "No me quejo. El inconveniente es que antes hacía un transbordo y ahora hago dos"
Esther Guilera: "No me sirve un tren cada 15 minutos de 9.00 a 21.00. Yo entro a las 9.00"
Carmen Rodríguez: "Me siento como un perro: siempre con la incertidumbre de si llegaré tarde"
Emma Barroso: "Cuando llego a la estación de El Prat sale un autobús a los cinco minutos"
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Joan Borrell: "Hay mucha gente que se cuela en los trenes sin pagar y bien que hacen"
Alfredo Icart: "La frecuencia de los autobuses es muy superior a la de los trenes"
Joan Isaac Llaó: "¿Plantarnos por la mañana o cuando queremos llegar a casa?"
Manuel Villar: "Reclamaba un justificante del retraso para no tener problemas en mi empresa"
Pili Matas: "Parece como si nos diera vergüenza pedir. No hacemos nada"
Eva Cantero: "No tengo por qué vivir en Barcelona por problemas de desplazamiento"
Cristina Giménez: "¿Qué pasará cuando llegue la normalidad? Ahora no hay aglomeraciones"
Eduardo Chica: "Creo que los recursos empleados no han surtido el efecto deseado"

Las personas invitadas a acudir al diario para intercambiar opiniones entre sí fueron todas ellas localizadas en las estaciones de Francia, Sants, paseo de Gràcia y plaza de Catalunya. También se invitó a usuarios de los autobuses que llegan a la plaza de Espanya desde Gavà y parten luego en dirección inversa. Acudieron libremente y fueron invitados a pensar en voz alta y a intercambiar opiniones entre sí. La conversación fue grabada y el texto se ha redactado a partir de la transcripción de la misma, agrupando las afirmaciones de forma temática y eliminando algunas reiteraciones. Aunque fueron invitados usuarios de todas las líneas, acudieron mayoritariamente los castigados por el corte de la línea 2 sur de Cercanías, la de Vilanova y Sitges. Todas las personas que intervinieron en la sala aparecen identificadas. Se trataba, sobre todo, de comprender lo que sienten los usuarios y trasladarlo a los lectores, usuarios también muchos de ellos. Hay consideraciones generales y sugerencias de mejora. Y hay también quien se considera beneficiado por los cambios introducidos para paliar la situación. Antes, afirman en ocasiones, ni se sabía cuándo sería la llegada. Ahora se necesita más tiempo, pero se puede prever el final.Pili Matas vive en Gavà y todos los días se desplaza a Barcelona para trabajar en una empresa de telefonía. El corte de trenes de la línea 2 Sur de Cercanías ha afectado totalmente a sus desplazamientos, porque es en Gavà donde éste se produce. Hasta el día en que se cortó el servicio, el pasado 20 de octubre, cogía la línea C2 Sur, que une Sant Vicenç de Calders y Maçanet. Ahora, como miles de afectados, tiene que dirigirse a su lugar de trabajo utilizando los autobuses organizados por Renfe como transporte alternativo. "Llevo más de la mitad de mi vida viajando en tren", comenta Pili. "Los problemas, sin embargo, empezaron hace dos años", añade convencida.

Joan Isaac Llaó, estudiante de Medicina en Barcelona, pero residente en Vilanova, confirma que en los dos últimos años los problemas se han agravado, pero considera que existían con anterioridad. "He nacido enseñado en este aspecto. Llevo cuatro años cogiendo el tren y nunca ha ido bien". Joan Isaac opina que los usuarios de la línea C2 Sur están totalmente "desamparados" en lo que afecta al servicio ferroviario.

No es el único. Carmen Rodríguez dice sentirse "como un perro", ya que, como consecuencia de la situación actual, tiene que levantarse una hora antes cada día. Y no es eso lo peor: "Siempre con la incertidumbre de si llegaré o no tarde a Barcelona", se queja. Carmen coge cada día todo tipo de transportes para llegar de Barcelona a Vilanova: metro, autobús y tren. Y en cada intercambio, una espera.

Para Eva Cantero, que realiza el mismo trayecto que Carmen pero a la inversa, "llegar tarde se ha convertido en una costumbre". Eva es consultora y tiene la suerte de que en su empresa son flexibles con los horarios y entienden el problema. "Pierdo cuatro horas de mi día en ir y volver". Aun así, reconoce que quiere seguir viviendo en Vilanova. "No tengo por qué vivir en Barcelona por problemas con el desplazamiento", apunta.

Transporte alternativo

Una parte de los afectados considera que el funcionamiento de los autocares que sustituyen a los trenes es correcto. Alfredo Icart asegura que "la frecuencia con que pasan los autobuses es muy superior a la de los trenes" y que en ningún momento "se ha sentido desatendido". Emma Barroso coincide con Alberto: "Mi experiencia con los buses ha sido muy buena; siempre que he llegado a la estación de El Prat ha salido uno a los cinco minutos". En el mismo sentido se expresa Eva García: "Yo no me quejo, para mí está bien organizado y la duración del trayecto es más o menos igual. El inconveniente es que antes hacía un transbordo y ahora hago dos". No sólo piensa que los autocares funcionan correctamente, sino que además se considera beneficiada por el cambio de transporte: "He salido ganando porque al volver de El Prat a mi casa, me ahorro un billete".

Eduardo Chica reflexiona sobre los "muchos recursos empleados" y sugiere que, pese a la inversión que requieren, "no han surtido los efectos deseados". Joan Borrell señala que el servicio "es una desmesura: gente llegando tarde y autocares que no arrancan".

Esther Guilera se queja de la poca organización en la distribución de los recursos humanos. "No entiendo por qué hay tanta gente trabajando en Gavá", dice. Además, a Esther no le sirve que se aumente la frecuencia de trenes de la línea C2 Sur en la misma franja horaria:

"No me sirve de nada que pongan un tren cada 15 minutos de 9.00 a 21.00 horas, cuando se supone que he de estar trabajando a las 9.00".

Pili Matas se lamenta del tiempo que pierde con la suspensión del servicio de Cercanías: "No tengo tiempo para comer porque no llego a buscar a mi hija al colegio. ¿Esto quién me lo paga? ¿La devolución exprés? Eso sólo equivale a un euro, no al tiempo que pierdo".

Reclamaciones

A pesar de las quejas, los usuarios normalmente no protestan ante Renfe por las incomodidades ocasionadas. Sólo uno de los afectados que se dieron cita en EL PAÍS confesó haber cursado una reclamación sobre el mal funcionamiento de los trenes. Joan Isaac Llaó rellenó un formulario antes de que se sustituyeran los trenes por los autobuses. "La única respuesta que recibí fue una carta de disculpas para contentarme, la misma que recibió una amiga mía por una reclamación de otro tipo", dice Joan Isaac indignado. Manuel Villar ya no reclama más. Manuel ha acabado por resignarse después de que en años anteriores hubiera formulado varias quejas que nunca fueron atendidas debidamente. "Al final sólo reclamaba un justificante de las horas de retraso para no tener problemas con mi empresa", asegura Manuel. La mayoría considera inútil cualquier tipo de reclamación y coincide en que su situación no va a cambiar por mucho que se quejen.

Cristina Giménez, de 44 años, residente en Vilanova, se pregunta: "¿Qué pasará cuando llegue la normalidad? Ahora vamos sentados, no hay aglomeraciones, hay un autobús cada 10 minutos y no te empujan para subir. ¿Después qué pasará?".Los usuarios tampoco tienen ánimo para movilizarse y optan por resignarse. Lo sostiene Pili Matas: "Parece que nos dé vergüenza pedir. Tenemos un sentimiento de inferioridad que nos impide exigir el mínimo con la cabeza alta". Está convencida de que si el problema se planteara en otra comunidad, la gente reclamaría, pero en Cataluña, los afectados no protestan por miedo a ser considerados "demasiado nacionalistas".

En esta misma línea, Joan Borrell recuerda haber abandonado la concentración que se celebró en la plaza de Sant Jaume de Barcelona en protesta por el caos de Cercanías, para no verse relacionado con "ciertos partidos políticos". Borrell no confía en el poder de las movilizaciones colectivas, pero sí en las individuales. "Hay mucha gente que se cuela en los trenes sin pagar y bien que hacen", dice. El problema, a juicio de Joan Isaac Llaó, es que el acelerado ritmo de vida impide a los usuarios movilizarse. "¿Qué tenemos que hacer? ¿Plantarnos a las seis de la mañana, antes de ir a trabajar, o a las nueve de la noche, cuando estamos cansados y lo único que queremos es llegar a casa?"

Traspaso a la Generalitat

De entre las propuestas para solucionar el caos ferroviario, la más valorada entre los afectados consultados fue el traspaso de Cercanías a la Generalitat. Carmen Rodríguez defiende esta postura: "El Gobierno de una comunidad autónoma tiene que gestionar el transporte público de su territorio". Carmen se pregunta a qué espera la Administración autonómica para asumir la gestión.Todos coincidieron en que el colapso influirá en las elecciones de marzo con un aumento de la abstención.

Han elaborado esta información Francesc Arroyo, Ana Guardiola, Ignacio Martín, Maiol Roger y Belén Rodríguez.

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