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Crítica:LIBROS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El profesor polémico

El profesor Barea Tejeiro es una de las figuras más polémicas dentro del pensamiento económico español de los últimos tiempos. Nacido en Málaga en 1923, es doctor en Ciencias Económicas y Empresariales por la Complutense de Madrid. La gran obsesión del profesor Barea ha sido -y es todavía- la financiación de los servicios públicos y, muy especialmente, todo lo relacionado con la sanidad, las pensiones y la seguridad social. Ello le ha llevado a desempeñar numerosos cargos públicos, como, por ejemplo, subdirector general de Inversiones, Financiación y Programación, director general del Tesoro y Presupuestos, subsecretario de Presupuestos y Gastos Públicos y secretario de Estado para la Seguridad Social. Quizá su desempeño más polémico tuvo lugar durante su mandato como director de la Oficina Presupuestaria de la Presidencia del Gobierno en la primera legislatura de Aznar.

Pensamiento económico de José Barea. El legado de un economista de Estado

Prólogo de Leandro Cañibano

Asociación Española de Contabilidad y Administración de Empresas (AECA)

ISBN 978-84-96648-09-8

Actualmente es el presidente de honor de la AECA, la asociación que ha patrocinado la edición de esta selección de sus obras, especialmente de los discursos pronunciados en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, en los que aborda casi todo lo que se refiere a la política presupuestaria: disciplina, control, estabilidad, déficit, integración europea, crisis; a los sistemas de pensiones: viabilidad, envejecimiento; y a otros aspectos de la política económica, como la financiación del déficit exterior, la financiación autonómica o la competencia en el ámbito del sector público.

A lo largo de las páginas de esta obra, el lector tiene la posibilidad de acercarse al pensamiento básico del profesor Barea, para quien la eficacia en la asignación de recursos y la estabilidad de la economía constituyen principios básicos de la Unión Europea, cuya consecución debe estar fundamentada en la disciplina presupuestaria y, muy especialmente, en lo que se refiere al propio sector público, cuyo papel en la provisión de bienes de la protección social ha sido objeto de debate.

"En general existe consenso acerca de que la provisión de los bienes de la protección social debe ser pública, las discrepancias empiezan en cuanto al grado de cobertura... En los países de la Unión Europea, la protección social constituye uno de sus principales activos de cohesión social. En ninguno de dichos países se ha planteado la destrucción del sistema de protección social, lo que sí existen son propuestas para adaptarlo al nuevo entorno económico y demográfico, haciéndolo sostenible...", reflexiona Barea.

Para el profesor, el modelo de provisión y producción pública utilizado en España para el suministro de la sanidad ha producido crecimientos muy importantes del gasto sanitario, aunque "el sector de la sanidad no puede considerarse un sector dinámico de la economía, ya que el efecto arrastre hacia atrás que produce sobre el conjunto de sectores de la economía es pequeño".

Así las cosas, Barea defiende que los hospitales públicos, siguiendo el ejemplo de los privados, estén regidos como una empresa.

Respecto a las pensiones, otro de los temas estrella de Barea, considera que es preocupante el previsible aumento del envejecimiento de la población, por lo que es necesario delimitar claramente el campo de las pensiones contributivas y de las asistenciales. "Para evitar los desequilibrios financieros que actualmente se originan en el sistema contributivo", afirma, "se implantaría con toda su pureza el principio de proporcionalidad o de equilibrio financiero entre lo aportado al sistema por cada cotizante y lo que tiene derecho a percibir, así como elevar a 70 años la edad obligatoria de jubilación".

Es decir, un pensamiento que si bien es teóricamente discutible, políticamente es poco asumible por cualquier partido que quiera asegurarse el poder. No es de extrañar, por ello, que Barea tuviera que dimitir como responsable de la Oficina Presupuestaria en 1998.

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