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Rusia y la UE se disputan las redes de transporte energético

Andreu Missé

La Unión Europea y Rusia afianzan sus defensas para proteger sus redes de transporte de energía. Ambas partes esgrimen ante su oponente el cumplimiento del principio de reciprocidad en las inversiones, pero a su vez levantan barreras para protegerse. El recelo aumenta a medida que el precio del petróleo se dispara. Pese a que el crudo se acerca a los 100 dólares el barril, las petroleras vaticinan problemas de escasez por el incremento de la demanda.

Ante esos augurios, la Comisión Europea quiere asegurarse de que las redes de transporte de gas y electricidad sean independientes, para facilitar la entrada de competidores. A la vez, Bruselas introduce salvaguardas para evitar que dichas redes -que las grandes compañías deben vender a operadores independientes- acaben en manos de empresas no comunitarias, como la rusa Gazprom o la argelina Sonatrach. Por su parte, Moscú acepta nuevas inversiones, pero con condiciones y nunca en su red de transporte.

La Comisión exige que los países no comunitarios "no puedan adquirir el control de una red de transporte a menos que ello esté autorizado por un acuerdo entre la UE y el tercer país". Es decir, por un tratado internacional. El objetivo "es garantizar que las empresas de terceros países respeten las mismas normas que se aplican a las empresas en sede en la UE".

Moscú ve el mismo panorama desde una perspectiva radicalmente distinta. Teme que la iniciativa comunitaria sea un nuevo instrumento para perpetuar el actual desequilibrio de los respectivos flujos de inversión exterior. El ministro de Industria y Energía, Viktor Khristenko, señala que las inversiones en el sector energético de las compañías europeas en Rusia ascienden a cerca de 40.000 millones de euros, frente a los 5.500 millones de las compañías energéticas rusas en la UE. "Hay una diferencia de siete u ocho veces. Y Rusia quiere reciprocidad", asegura Khristenko.

El conflicto se sitúa en un escenario de creciente dependencia energética de Rusia por parte de la UE. Las importaciones se han triplicado desde 2000. Y la demanda seguirá creciendo, según los analistas.

Katinka Barysh, economista jefe del Centre for European Reform (CER), subraya el distinto concepto de reciprocidad que tienen Rusia y Europa. "La UE quiere un marco legal de acuerdo mutuo para facilitar la inversión en la doble dirección, y el Kremlin quiere un intercambio de activos. Europa quiere apertura, mientras que Rusia quiere control. Hasta ahora la reciprocidad está funcionando a favor de Rusia. Gazprom ya ha invertido en 16, quizás en 20 de los 27 países de la UE, y ha alcanzado importantes acuerdos bilaterales con compañías de Alemania, Francia e Italia, que le dan acceso directo a los usuarios de gas europeos".

A pesar de todo, sigue reinando una calma tensa. Rusia confía en que la nueva regulación no llegue a aprobarse por la oposición de Francia y Alemania a compromisos que exigen la división de E.ON, GdF y EdF. Por su parte, la UE teme que Rusia no disponga de recursos para efectuar las inversiones necesarias para satisfacer su creciente demanda.

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