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Reportaje:

Nacha Pop vuelve a casa

El último concierto de la gira retorno, a los 19 años de su última actuación

Carlos Brooking se muerde las uñas y enciende un cigarrillo. No aparta la mirada del escenario. Todo sería de lo más normal, si él no fuese el tercer Nacha Pop que por razones personales -"Tengo un hijo que me reclama", dice-, no pudo estar ayer en el concierto que el mítico grupo madrileño ofreció en el Palacio de Deportes de Madrid. Antonio Vega y Nacho García Vega estaban a lo suyo. Su misión, poner punto final a la gira retorno de Nacha Pop, tras 20 conciertos en los últimos cuatro meses y, sobre todo, tras 19 años exactos de su último concierto en Madrid.

Minutos antes del concierto (que se editará próximamente en DVD), Chema Mora, de 34 años, entraba con paso firme al Palacio de Deportes. Llevaba una camiseta con la entrada de anoche impresa, y en una manga una entrada de 1988, del último concierto que el grupo ofreció en la desaparecida sala Jácara.

"He llamado a varios hospitales a ver si había ingresado un tal Antonio Vega", bromeaba con cariño. "Como me han dicho que no, he venido al concierto tan contento". Porque mucho se ha hablado del estado físico del gran Antonio Vega. Ayer se mostró pletórico.

A las 22.20, Antonio se abrazaba a su primo Nacho, justo antes de subir las escaleras del escenario. "Buenas noches, Madrid", dijo con el pelo revuelto, delgado y más erguido de lo habitual. "Nuestra casa", completó Nacho García Vega tras sus gafas de sol, ante más de 7.000 personas que casi llenan el concierto. Entre el público, con una edad media de 40 años, también había hueco para adolescentes que le habían robado los discos de Nacha Pop a sus padres.

Como Pablo de la Rosilla, de 22 años, que junto a sus amigos no dejó de bailar. "Mi padre quería comprarme la entrada por 60 euros de los 30 que vale, pero no se la vendí", dijo. No paró de saltar, sobre todo los temas clásicos de la banda. Hubo momentos emocionantes. Vístete, Lucha de gigantes (donde el público coreó el nombre de Antonio), Grité una noche o Nadie puede parar, esencia para muchos de lo que fue la alocada Movida madrileña.

Casi dos horas después del primer abrazo el grupo se despidió. Pero en las pantallas aparecieron sus caricaturas en dibujos animados. Anunciaron que iban a tocar La chica de ayer, su mejor canción y con la que un público emocionado despidió a un grupo que, si ellos quieren, tiene futuro.

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