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Crónica:Fútbol | Tercera jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Sin acierto ante el gol

Equilibrio entre Athletic y Zaragoza, cuyos delanteros desperdiciaron demasiadas ocasiones

El Athletic confirmó ayer que aún le queda mucho trabajo por delante. Fue de más a menos, e incluso así se pudo llevar el triunfo, lo que habla bien de la perseverancia que Caparrós está intentando infundir al equipo bilbaíno. Sigue aquejado de algunas dolencias de los dos últimos años, como su incapacidad ofensiva, pero destila otra imagen más saneada en defensa. Enfrente, un Zaragoza con el guión habitual de Víctor Fernández, pero con muchos problemas en la definición.

ATHLETIC 1 ZARAGOZA 1

Athletic: Iraizoz; Iraola, Aitor Ocio, Amorebieta, Del Horno; Orbaiz (Murillo, m. 88), Javi Martínez, Susaeta, David López; Aduriz (Etxeberria, m. 69) y Llorente (Vélez, m. 46). No utilizados: Aranzubia; Ustaritz, Tiko, Gabilondo y Murillo.

Zaragoza: César; Diogo, Sergio, Ayala, Juanfran; Luccin, Gabi (Generelo, m. 71), Matuzalem (Zapater, m. 66), Aimar; Oliveira y Diego Milito (Sergio García, m. 83). No utilizados: López Vallejo; Cuartero, D'Alessandro y Pavón.

Goles:1-0. M. 9. Susaeta, con la derecha, de falta directa. 1-1. M. 15. Diego Milito cruza el balón a pase de Gabi.

Arbitro: Mejuto González. Amonestó a Aduriz, Orbaiz, Llorente, Del Horno, Gabi, Ayala, Matuzalem y Juanfran.

Unos 40.000 espectadores en San Mamés.

Era día de regresos en San Mamés. Volvía Pablo Orbaiz después de nueve meses de lesión y también Asier del Horno, inadvertido en Chelsea y Valencia. La vuelta de Orbaiz fue especialmente agradecida por San Mamés, que no ha dispuesto de manija desde aquel día de diciembre en el Bernabéu. Tomó la pelota Orbaiz, y el Athletic empezó a acercarse a César. El meta del Zaragoza estropeó dos ocasiones de Llorente en el primer cuarto de hora, pero con Susaeta fue otra cosa. Dos partidos, y dos goles. Inteligencia, técnica y picardía. Ubicado en la mediapunta, convirtió en gol su primera ocasión, un lanzamiento de falta que no ejecutaba nadie de esa manera en Bilbao desde que lo hiciera Guerrero. A Llorente lo reemplazó Caparrós en el descanso. El delantero es víctima de sus propios nervios. Y a Del Horno le resta mucho para parecerse al lateral que salió de Bilbao hace dos años.

Se le veía confuso al Zaragoza, pero el apagón no le duró mucho. Entre Aimar y Gabi apañaron la pelota, bien cobijados por Luccin. Un pase de Gabi lo recogió Milito para anotar el empate. Su primer tanto en Liga. Van a tener muchos problemas los defensas en esta Liga. Si sujetan al argentino, aparece Oliveira, y viceversa.

Con el equilibrio del marcador, se restableció también el del juego. Más o menos con lo que se esperaba. El Athletic, muy juntito, como le gusta a Caparrós. Poca especulación. A la mínima, el equipo buscaba a Iraola y David López. Pero la precisión es muy escasa también. Un debe que permanece del año pasado. Por su parte, el Zaragoza se adueñó de la pelota. Aimar se sentía cómodo, y buscó con insistencia a Oliveira. Eso no inquietó, no obstante, al Athletic, que se pertrechó bien en defensa, otra de las tareas donde Caparrós ha invertido más tiempo. Se consumó el primer acto sin más noticias, al menos sobre fútbol. Lo que sí hubo fue un endurecimiento del juego. Los dos equipos soltaron la pierna más de lo normal, y Mejuto se vio obligado a repartir tarjetas para acabar con una dinámica que enfangó el juego.

Los parámetros se repitieron tras el intermedio. Esta vez con una diferencia: el control de la pelota sí le sirvió al Zaragoza para generar preocupación al Athletic. Juanfran y Aimar encontraron un canal libre en la banda izquierda, donde Iraola se vio desbordado. Con las coordenadas bien definidas, el equipo de Víctor Fernández se lanzó a por los tres puntos. San Mamés, que arrancó la noche con ilusión, despidió la noche con un Athletic con poca mordiente, pese a los voluntariosos intentos de Vélez. Aún así, en el descuento, un disparo dentro del área de Etxeberria, que cumplió 400 encuentros en Liga como rojiblanco, se encontró con la mano de César.

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