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Cáceres recibe la máscara funeraria de Ramón y Cajal

Por expreso deseo, Santiago Ramón y Cajal murió rodeado de sus alumnos. Quizás por ello, y por el gran aprecio que el Centro de Cirugía de Mínima Invasión Jesús Usón (CCMIJU) de Cáceres ha demostrado siempre al Nobel, Encarnación Ramón y Cajal, sobrina nieta del científico, le ha donado recientemente la máscara funeraria del investigador, convertida en una escultura en bronce.

La máscara funeraria de Ramón y Cajal, la única reproducción que existe del molde original, se colocará en la entrada del centro cacereño junto con un libro del científico, Estudios históricos, de lord Macaulay, editado en 1917, con anotaciones manuscritas del Nobel español, que también ha donado la sobrina nieta del investigador.

La elaboración de máscaras funerarias es una tradición que se remonta a la civilización egipcia. En la edad contemporánea se usa para perpetuar los rasgos de ciertas personalidades. En la civilización egipcia, las máscaras se realizaban a los faraones y a otros personajes que se enterraban con ellos. Eran como un nexo de unión entre el mundo del más allá y el de los vivos.

"En el siglo XVI y XVII era costumbre hacer una máscara funeraria a las personalidades importantes que podrían ser representadas en el futuro. Esta práctica se continuó haciendo hasta el siglo XIX, fecha a partir de la cual entró en desuso, debido en gran parte a la aparición de la fotografía. También se hacían moldes de las manos de algunas personalidades que tenían una habilidad artística. Era perpetuar esas manos maravillosas que habían sabido pintar, esculpir, o escribir", explica Juan Valadés, del cuerpo facultativo de conservadores de museos del Estado y director del Museo de Cáceres.

Valadés, que ha asesorado al CCMIJU en la conservación de la máscara de Ramón y Cajal, recuerda que "los moldes se hacen normalmente con cera caliente. De este negativo se saca el positivo en escayola o arcilla y, de éste, a su vez, las copias en los distintos materiales".

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