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FÓRMULAS QUE MUEVEN EL MUNDO
Columna
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Treinta docenas

Javier Sampedro

Si hay algo peor visto que contar las cosas con los dedos, es medirlas por docenas. Que una partida de jurel en mal estado afecte a "decenas de consumidores" tiene un pase, pero como afecte a "docenas de consumidores" acaban despedidos el pescadero y el periodista. Las masas acríticas no estan octamerizadas, sino adocenadas, y el redactor de la Wikipedia ha tenido que sudar tinta para encontrarle un ángulo positivo a la cosa: "La docena es una expresión muy usada a la hora de hablar de huevos de aves, especialmente de gallina, debido a que son envasados en envases que tienen una capacidad de una docena o de media docena". ¿A qué viene, entonces, la docena? Casi todo el mundo echa la culpa a la luna, que lleva 4.500 millones de años dando una docena de vueltas anuales a la Tierra: de ahí que tengamos 12 meses y 12 signos del zodiaco. Con un poco de indulgencia, se puede adjudicar al mismo fenómeno -o al "ya puestos, total"- que tengamos una docena de horas en cada mitad del día. Empezamos a patinar con la "docena del fraile", definida por la Academia como "conjunto de 13 cosas". ¿Insólito? No lo crean. Los ingleses también tienen su baker's dozen, o docena del panadero, compuesta por 13 bollos, a ser posible muffins de pasas para rellenar de mermelada en un momento de debilidad otoñal. La razón de esta última extravagancia hay que buscarla en la geometría: es más fácil encajar 13 muffins que 12 en una bandeja rectangular. Como un pie tenía 12 pulgadas, una libra 12 onzas y un chelín 12 peniques, los mediterráneos solemos suponer que las docenas son cosa de los bárbaros del norte, pero de eso nada. En los buenos tiempos del imperio, los romanos usaban una moneda que valía lo que pesaba: una libra (en la época, 327 gramos), y se llamaba por ello as libralis. Si algo cabe imputar a los bárbaros es que pusieran en apuros al imperio y el as empezara a perder peso, convirtiéndose en as trientalis (un tercio de libra), as quadrantalis (un cuarto) y as uncialis: un doceavo, es decir, una onza. Tanto la palabra inch (pulgada) como ounce (onza) vienen del latín uncia, que significaba 1/12 de lo que fuera. En el declive de la República se llegaron a ver ases semiuncialis, incluso. Once, por cierto, no viene de onza, sino de undecim. La docena no es antigua ni bárbara: es un buen número porque tiene buenas bases: dos por dos por tres da una docena. Tres por cuatro también. Oh, y 30 docenas hacen 360: la cuadratura del círculo.

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