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El Guggenheim muestra el recorrido de tres generaciones de artistas vascos

Diagramas y obras se combinan para acercarse a "la transmisión cultural" en Euskadi

El recorrido del público que desde hoy visite la tercera planta del Museo Guggenheim Bilbao estará guiado por unas líneas de colores marcadas en el suelo. Será un itinerario cronológico por el arte contemporáneo vasco desde finales de los años 50 del siglo XX hasta la actualidad con un ojo puesto en la creación artística y otro en el contexto social y cultural. El comisario de Incógnitas. Cartografías del arte contemporáneo en Euskadi, el artista Juan Luis Moraza, dice que es una exposición "sobre la transmisión cultural". "Es una mirada sobre los artistas que compartimos el presente, sobre los límites entre el pasado y lo que llegará en el futuro, que se presenta como un organismo vivo".

"Yo no soy neutral, soy parte del juego", repite Juan Luis Moraza (Vitoria, 1960) antes de adentrarse en los detalles de Incógnitas. Cartografías del arte contemporáneo en Euskadi, concebida como una exposición-ensayo, con poca obra de arte y grandes diagramas que dan a las salas del Guggenheim un aspecto más cercano a una exposición sobre astronomía o geología. El juego al que se refiere Moraza fue el encargo que recibió del Guggenheim para mostrar en una exposición una panorámica del arte contemporáneo en el País Vasco, parte del programa conmemorativo del décimo aniversario del museo. Para ponerlo en marcha, el comisario envió a través del correo electrónico un cuestionario a historiadores del arte, críticos, galerías y museos, y, sobre todo, artistas. 120 personas contestaron y con la información que proporcionaron sobre sus referencias culturales, sus preocupaciones y sus objetivos el comisario ha construido el esqueleto de Incógnitas.

El recorrido de la exposición parte de un esquema que plasma la sucesión histórica de los artistas más influyentes de los últimos 50 años y los hitos históricos y sociales que han formado el contexto del arte en el País Vasco en este tiempo. Frente al diagrama, un fragmento de la biblioteca del historiador del arte Xabier Sáez de Gorbea cubre varios metros de pared con sus libros y revistas. Desde ese punto parte una línea negra que va marcando la evolución cronológica desde finales de los años 50, con citas y referencias de los hechos que han ido sucediéndose en el tiempo. Junto a la línea negra se extiende otra de color rojo que señala a los artistas de la primera generación, los que formaron la denominada Escuela Vasca. En su punto de arranque aparecen las esculturas de Oteiza y Chillida y los documentos que recuerdan el trabajo de ambos en la Basílica de Arantzazu.

La siguiente generación de artistas, surgida a finales de los años sesenta, está conectada por una línea azul, y acompañada por obras del propio Moraza, Darío Urzay, los hermanos Roscubas, Txomin Badiola y Cristina Iglesias. El último grupo generacional, surgido a partir de 1986, cuando se inauguró Arteleku en San Sebastián y los artistas anteriores ya estaban en marcha, está representado por obras de Txuspo Poyo, Ana Laura Aláez y Miguel Ángel Gaüeca, entre otros. La línea verde que guía su trayectoria, es la de "la diversificación, la normalización y la internacionalización" del arte vasco.

Moraza destaca la continuidad entre las tres generaciones. "Es un proyecto en el que estamos los artistas vivos del País Vasco", explica."Es una exposición sobre la transmisión cultural; es una mirada sobre los artistas que compartimos el presente, sobre los límites entre el pasado y lo que llegará en el futuro, que se presenta como un organismo vivo".

Moraza indica los profundos cambios en los artistas de las distintas generaciones. "Se ha transformado la concepción de la autoría, desde el genio singular del pasado a los artistas jóvenes, que se sienten gestores de información, y ha cambiado también el peso de la forma de entender la naturaleza y la mitología", explica. "Hay un antes y un después de 1975 en la formación de los artistas: pasan de ser autodidactas a la experiencia universitaria". El comisario añade que la evolución, sin embargo, no es específica de los artistas vascos. ¿Arte vasco? "No, es arte contemporáneo en el País Vasco", precisa. "La capitalización política es ajena al arte y, muchas veces, a la voluntad del artista".

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