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El conflicto de Oriente Próximo

Dos Gobiernos paralelos desgarran Palestina

Abbas nombra primer ministro a un independiente y Haniya lo acusa de golpe de Estado

Decidido a restablecer su autoridad a golpe de decreto, el presidente palestino, Mahmud Abbas, nombró ayer a un primer ministro de su confianza tras haber disuelto, la víspera, el Gobierno de unidad que encabezaba el islamista Ismail Haniya. El independiente Salam Fayad, reputado economista con buenas relaciones en las cancillerías occidentales, estará al frente de un Gabinete de emergencia que pretende contrarrestar el golpe de mano de Hamás tras la toma violenta del control en Gaza. Se consagra así la desintegración de la Administración palestina, con dos poderes paralelos y dos feudos: el nacionalista Al Fatah, en Cisjordania, y Hamás, en la franja, donde los combates han dejado 116 muertos.

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Haniya, que asumió el cargo en marzo de 2006, después de la arrolladora victoria de su organización en las elecciones legislativas, reaccionó de inmediato: él seguía siendo el primer ministro legítimo, dijo, y no había que tomar en consideración el nuevo nombramiento. Su portavoz fue más allá, al calificar la decisión de Abbas de "golpe de Estado a la legalidad".

En realidad, Abbas se ha apegado escrupulosamente a la Ley Básica o Constitución palestina, que otorga al presidente el poder de nombrar o destituir al primer ministro, ratificar la legislación, dictar decretos y declarar el estado de emergencia en caso de amenaza a la seguridad nacional. También le permite gobernar por decreto durante 30 días, prorrogables a otros 30 con el voto de dos tercios del Parlamento.

En cualquier caso, las discusiones sobre la legalidad de la medida resultan, en estos momentos, un ejercicio retórico. En términos prácticos, la iniciativa de Abbas no parece que vaya a aportar una salida a la crisis. Salam Fayad, formado en EE UU, ex funcionario del Banco Mundial y adalid de la lucha contra la corrupción desde su puesto de ministro de Finanzas entre 2002 y 2005, tiene una excelente imagen exterior. Con su nombramiento como primer ministro, el presidente palestino confía en que la comunidad internacional reanude las ayudas que congeló cuando el Gobierno de Hamás, grupo considerado como terrorista, se negó a reconocer al Estado de Israel y a renunciar a la violencia.

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Pero de cara al interior, el margen de maniobra de Fayad es mucho más limitado, frente a un movimiento islamista ampliamente respaldado en las urnas y que, además, tiene controlada de facto la franja de Gaza. Mahmud Abbas pretende organizar elecciones anticipadas cuando sea posible, pero nada hace diagnosticar un resultado diferente. Tampoco Hamás las tiene todas consigo, enfrentada a un aislamiento internacional cada vez mayor (salvo por el apoyo de Irán). Superpoblada y empobrecida, Gaza es un polvorín que depende de la ayuda exterior para su supervivencia.

Quizás por eso Ismail Haniya tendió ayer una mano a Abbas, al asegurar que Hamás estaba decidida a lograr "acuerdos de unidad" con Al Fatah. "Todavía creo que el camino está abierto para reformular estas relaciones sobre una firme base nacionalista", dijo en la ciudad de Gaza, tras la oración de los viernes. Otro de los dirigentes islamistas, Jalil al Hayya, fue aún más conciliador: "Queremos decirle a Abu Mazen [Mahmud Abbas] que le seguimos reconociendo como presidente del pueblo palestino. Nunca aceptaremos la separación de Gaza y Cisjordania".

El problema es que la degradación de la situación dificulta un diálogo entre Abbas y Haniya, sobrepasados por sus grupos más radicales. El presidente está recibiendo duras críticas por no haber reaccionado antes, y el brazo armado de Al Fatah, las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, empieza a movilizarse en Cisjordania. Ayer reivindicó el asesinato de un activista de Hamás en la ciudad de Nablus, mientras otro grupo asaltaba el Parlamento palestino, en Ramala, la capital, y prendía fuego a la oficina de tres legisladores islamistas.

Israel, mientras tanto, sigue con cautela los acontecimientos. Su primer ministro, Ehud Olmert, ha expresado su apoyo al presidente Abbas y ayer mismo mantuvo una conversación telefónica con el presidente egipcio, Hosni Mubarak, para analizar la situación en Gaza. Ambos acordaron, según sus respectivos portavoces, reforzar a los dirigentes "moderados" palestinos.

La crisis ha tenido una repercusión inevitable en la remodelación del Gabinete que prepara Olmert, que ha puesto al frente del Ministerio de Defensa a un hombre muy experimentado: se trata del primer ministro y líder laborista, Ehud Barak, que ya ocupó la cartera entre 1999 y 2001 y que, para que no queden dudas, es el militar más condecorado de Israel.

Milicianos de Hamás saquean la sede de la presidencia palestina en Gaza. En el suelo, los retratos de Yasir Arafat y Mahmud Abbas.
Milicianos de Hamás saquean la sede de la presidencia palestina en Gaza. En el suelo, los retratos de Yasir Arafat y Mahmud Abbas.REUTERS

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