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Basso acepta dos años de sanción

La federación italiana no reduce la suspensión a pesar de la colaboración del corredor

Carlos Arribas

La petición de confesión y colaboración a los corredores implicados en la Operación Puerto lanzada por las autoridades deportivas a cambio de una posible reducción en sus sanciones quedó ayer congelada, por lo menos, cuando la Federación Italiana de Ciclismo (FIC) decidió sancionar a Ivan Basso con dos años de suspensión, el mínimo previsto, si no concurren circunstancias atenuantes por el Código Mundial Antidopaje. El fiscal antidopaje del Comité Olímpico Italiano (CONI) había solicitado, sin embargo, una sanción tres meses inferior para premiar al ciclista italiano, quien en mayo acudió voluntariamente a declarar ante la fiscalía y se mostró dispuesto a colaborar en la investigación sobre los tentáculos italianos de la trama de dopaje desarticulada en Madrid en mayo de 2006.

Teniendo en cuenta que a Basso se le descuentan 236 días de la sanción, pues aunque corrió algunas carreras, se considera que en 2006 empezó a cumplir una sanción autoimpuesta el día que su equipo, el CSC, decidió no alinearlo en el Tour de Francia, Basso, de 29 años, podrá volver a correr el 24 de octubre de 2008. Pero no lo podrá hacer en las carreras más importantes, como el Tour, mientras siga en vigor el código ético de los equipos del ProTour, que le añaden otros dos años de prohibición. "Tengo que aceptar esta decisión", dijo a la agencia Ansa el ciclista, quien sólo admitió en sus declaraciones públicas un intento de dopaje, no consumado, con la sangre almacenada en los domicilios de Eufemiano Fuentes. "Estoy tranquilo, sabía que no sería fácil, y por ello acepto la sanción. Ahora quiero seguir entrenándome. No pienso más que en volver en 2009".

El CONI había solicitado una reducción de tres meses a la pena mínima porque consideraba que Basso había colaborado, aunque mínimamente. La Unión Ciclista Internacional (UCI) advirtió inmediatamente que Basso debería cumplir su sanción íntegramente, pese a todo, y ayer la FCI ratificó ese criterio. "Nunca he solicitado indulgencia ni compasión", había declarado Basso poco antes de conocer la sentencia. "He cometido un error y debo pagarlo, pero quiero ser juzgado de acuerdo a los reglamentos existentes, y no por mi nombre. Quiero una sanción justa. Pagaré mis errores, pero quiero subrayar que he dicho todo lo que sabía, y que eso, para un deportista de mi nivel, no es nada fácil".

También ayer, el presidente de la UCI, Pat McQuaid, recibió a los representantes de los sindicatos internacional y español de corredores y a directivos de la federación española, quienes querían que les indicara una salida a la cincuentena de implicados, y no sancionados, en la Operación Puerto. La mayoría de los corredores, que se niegan a colaborar, han pedido una sanción automática de un año, un asunto que es negociable con las federaciones, pero no así el código ético, que depende de los equipos. Y eso es lo que les dijo McQuaid, que hablaran con los equipos.

Ivan Basso, en una comparecencia en la federación italiana.
Ivan Basso, en una comparecencia en la federación italiana.AP

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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