La carne es triste
Un soldado se excita pensando en La cerillera de Andersen y su eyaculación puebla el firmamento de estrellas. Una gota de sudor cae desde el piloso sobaco de una oronda animadora sobre el rostro de su no menos orondo ídolo deportivo. Después de haber disecado a su hiperbólico padre, devorado por gatos de desmandado volumen, un taxidermista procede a disecarse a sí mismo. Estas tres imágenes pueden dar la medida del banquete de excesos que propone este largometraje del húngaro György Pálfi, en el que se adaptan dos relatos del escritor Lajor Party Nagi en forma de tríptico escatológico y/o genealogía grotesca.
Cuerpos que supuran, tragan, vomitan, sudan, orinan, defecan y fornican; en suma, carne en busca de una trascendencia quizás imposible. El conjunto podría interpretarse como una historia secreta (orgánica) de la Hungría moderna o como una crónica sobre los últimos días del cuerpo (humano) entre su medular animalidad y su conceptualización como objeto estético. No es una película para todos los gustos, pero Pálfi hace posible la belleza y un extraño humanismo.
TAXIDERMIA
Dirección: György Pálfi. Intérpretes: Csaba Czene, Marc Bischoff, Piroska Molnár, Erwin Leder. Género: Comedia. Hungría-Austria-Francia, 2006. Duración: 91 minutos.