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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La fuerza de la memoria

Village, la obra más reciente de Rachel Whiteread (Londres, 1963) que sirve de identidad a esta muestra, es una instalación formada por medio centenar de casas de muñecas que descienden en ordenada perspectiva. A primera vista recuerda a un belén (no parece casual que se haya expuesto por primera vez en Nápoles, en el Museo Donna Regina), pero tal impresión pronto se disipa porque las casas, iluminadas, cerradas y vacías, poseen un punto de desasosiego. Es una fantasía infantil pero inquietante.

En ese aspecto, Village conecta perfectamente con la mejor obra de la exposición, Habitación 101, el vaciado del despacho que ocupó Orwell en la BBC durante la Segunda Guerra Mundial. Al rodear este bloque de casi 100 metros cúbicos, los relieves de ventanas y puertas, las huellas de enchufes y armarios hacen pensar en las ideas, sentimientos y emociones que vagabundearon por esa habitación cuyo interior se ofrece hoy sólido e impenetrable. En ambas propuestas, la memoria no es mero recuerdo o nostalgia elegante, sino presencia de un pasado que se ha perdido sin remedio. Algo que los antiguos llamaron melancolía.

RACHEL WHITEREAD

Centro de Arte Contemporáneo de Málaga (CAC)

Alemania, s/n. Málaga

Hasta el 26 de agosto

Porque, al coleccionar casas de muñecas (compradas aquí y allá o por internet), Whiteread no añora su infancia: busca una memoria más general, la de un tiempo en el que los adultos de las familias británicas invertían tiempo libre en fabricar unos juguetes que económicamente quedaban fuera de sus posibilidades. Una tarea en la que volcaban la fantasía que compartían con sus hijos y que hoy, dado nuestro modo de vida, es inimaginable. También la Habitación 101 pertenece al pasado: a un tiempo en el que una emisora pública era a la vez independiente del Estado y de las presiones del mercado. Esta evocación de un pasado hoy inviable no es añoranza de los buenos tiempos sino memoria presente, memoria que mantiene el aguijón de la pérdida. La presencia, sólida pero cerrada de la Habitación 101 y la luminosa clausura de Village lo atestiguan.

Para Whiteread la memoria es fuerza que actúa en el presente. Su Amber Bed (bloque en negativo del espacio que hay bajo la cama) parece conservar la presencia de los cuerpos; sus pavimentos, a diferencia de los del minimal art, están arañados, usados, y los vaciados de mesas, como Yellow Leaf, cuidadosamente acabados, poseen sin embargo la huella de los temores y frustraciones que Freud adivinaba en lo doméstico. Más interesantes aún son sus 16 espacios, moldes cúbicos de resina que materializan el aire que encierran las cuatro patas de una silla y que hacen pensar en cuanto dijo u oyó quien se sentó en ella, o sus recientes In-out, vaciados del interior y el exterior de una puerta que, como la Gradiva de Duchamp, sugieren encuentros y desencuentros.

Pero esta dimensión priva

da de la memoria es inseparable de su valor público, político, que alienta en las obras ya citadas y en otras, como la serie fotográfica Demolished que se ocupa de los derribos impuestos por una arquitectura más atenta al espectáculo y a la imagen pública de ciertas firmas que a las exigencias de una vida decorosa.

La memoria conecta así la vida individual con la colectiva, y señala entre ambas un espacio que sentimos como propio y es además potencialmente crítico. Ésa es la fuerza de Whiteread: a diferencia de otros artistas de su generación, prefiere la reflexión al golpe de efecto. Una reflexión valiente que llega a inquietar a los poderes públicos. Así ocurrió con House, el vaciado de una vieja casa del East End que, en un espacio público, buscaba conservar la memoria de aquella zona de Londres. Era una obra dura y clara sin retórica de monumento. La Administración no la soportó: acabó derribándola.

La instalación 'Village' (2006), de Whiteread, compuesta por cincuenta casas.
La instalación 'Village' (2006), de Whiteread, compuesta por cincuenta casas.

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