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Columna
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Los Veneno

Últimamente, hasta al admirable Roto le ha salido una competencia brutal en el pensamiento gráfico. Porque hay fotos que no necesitan ni la idea metida en un bocadillo o burbuja. Tomen la del presidente Bush Jr. y sus lechugas: entraban ganas de exigir un hábeas corpus para las pobrecillas.

Aunque la instantánea realmente horripilante, estremecedora, es la que, aparecida ayer en la edición impresa de este diario, nos muestra sonrientes y unidos al ex capo del KGB, señor Putin, y al ex jefe de la Inquisición, señor Dieciséis. Podías leer las informaciones acerca del propósito papal de retroceder para que todo vuelva a ser come prima y hasta piu di prima, podías incluso compartir la opinión del atinado análisis que mi compañero Enric González -lujo de hombre, lujo de colega- realizaba sobre las razones del poder terrenal vaticano que el querer cristiano, no digo ya laico, no entiende. Mas al llegar a la foto se te helaba el recto (proceder).

He aquí la verdad de la vida, me dije. Veneno. Esa imagen destila veneno. Del choque de civilizaciones iguales, las de la ponzoña -el oscurantismo ruso, luego soviético y otra vez ruso, flanqueado por el oscurantismo vaticano, gran suministrador de la muerte Borgia; por no hablar del cafelito que le sirvieron a Juan Pablo I- nada sino veneno para la humanidad puede salir, cualquiera que sea la fórmula de la sustancia: babeo bien pensante, patada a Jon Sobrino, imperdonable interferencia en lo público; eso, en lo que se refiere a Ben-Edicto. En lo que atañe al lado ruso y sin remontarnos a Rasputín, su casi homónimo señor Putin tiene unas cuantas manchas macabras en su ectoplasma: recuerden a la periodista Anna Politkóvskaya, que hasta ser eliminada de un tiro sufrió envenenamiento por su trabajo en Chechenia; piensen en el alto responsable bancario Andrei Kozlov, en el espía Alexander Lit-vinenko y otras poszaristas leyendas urbanas (de Urbano, papa, el que alentó la primera Cruzada; pero ésta es otra historia).

En definitiva, estamos peor que ayer pero menos peor que mañana. Se va a poner de moda salir por ahí con un catador de manjares y bebidas. Lo cual paréceme un refinamiento, comparado con el destino de las lechugas.

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