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Columna
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Estoy harto

Estoy harto de este clima político irrespirable, aunque me cabe el consuelo de pensar que la inmensa mayoría de la población mira para otro lado, como si hubiera un molesto ruido de fondo que no le impide dedicarse a su trabajo, a su familia o a descansar. Aún así estoy harto, harto de que España siempre esté dividida en dos, de que seamos europeos en economía, avanzados en coberturas sociales y derechos cívicos, liberales en costumbres y dispuestos a rompernos la crisma por ideas políticas. Estoy harto de que unos cuantos se hayan apropiado de la idea de España y se erijan en únicos defensores de su unidad y en depositarios de todos sus símbolos. Estoy harto de que quienes no estemos contra el Gobierno seamos unos traidores a la patria y alberguemos oscuros intereses. Estoy harto de que se monten estrategias políticas sobre hechos no demostrados, como que se está negociando con ETA, que se ha vendido Navarra, que se ha traicionado a las víctimas y cosas así. Estoy harto de que miles de personas se dediquen a insultar o a desear la muerte del presidente del Gobierno elegido por los españoles. Estoy harto de que mucha gente de derechas piense que el poder les pertenece y cuando no lo tienen usen la insidia y la calumnia para recuperarlo. Estoy harto de que muchos españoles piensen todavía que el atentado del 11-M fue una conspiración para desalojar al PP del poder y, por tanto, el PSOE lo ocupa de manera ilegítima. Estoy harto de la hipocresía y la mentira, del doble juego, de decir una cosa distinta en la oposición de la que se hizo cuando se gobernó. Estoy harto de que se diga que se ha dejado en libertad a un terrorista que ha cambiado de hospital y régimen penitenciario. Estoy harto de que se abuse de las buenas intenciones de muchos españoles que se creen la patraña de que la patria está en peligro. Estoy harto de que se utilicen a los muertos y a las víctimas para obtener beneficio político. Estoy harto de que el Gobierno no defienda sus puntos de vista y se quede absorto viendo cómo lo zarandean. Estoy harto de que el PP sea una maquinaria perfecta de comunicación y el PSOE esté acobardado, tanto que la gente tenga que enviarse SMS para darse ánimos. Estoy harto de que 25.000 andaluces y 300.000 españoles se usen como si fueran el total de España, por muy legal que sea su manifestación o por muy loables que pudieran ser sus intenciones. Estoy harto de que no se diga de una vez que De Juana Chaos ha cumplido por sus asesinatos y que está condenado por un delito de opinión. Estoy harto de los socialistas oportunistas, como Rosa Díez, que se han apuntado a otro carro pero no abandonan el que les da y les ha dado de comer durante años. Estoy harto de las mentiras de la COPE y de El Mundo. Estoy harto de los que se quieren poner por encima del mal y del bien y decir la tontería de que todos crispan y ellos son el fiel de la balanza. Estoy harto de los diputados y senadores del PP que en las Cortes gritan, patean e insultan y luego quieren aparecer como gente de orden. Estoy harto de que sólo sean españoles de bien los que apoyan el PP. Estoy harto de las víctimas que no lo son, de hermanos, tíos y demás familiares de quienes fueron asesinados han hecho un modo de vida de la muerte de su familiar y ahora se creen con más derecho a hablar que el resto de los españoles. Estoy harto de que los deseos de venganza de estas supuestas víctimas tenga que presidir la política española. Estoy harto de saberme de memoria los nombres y apellidos de alcaldes vascos, diputados vascos, dirigentes políticos vascos, parlamentarios vascos, sindicalistas vascos y demás. Estoy harto de que España sólo preste atención a un problema y no a los cientos de asuntos que complican la vida de mucha gente. Estoy harto de que Esperanza Aguirre, Acebes, Zaplana y Rajoy digan simplezas. Estoy harto de leer sobre cómo duerme, qué come o con quién se ducha De Juana y de saberme el nombre de su novia. Estoy harto de las señoronas de abrigos de piel chillando contra el Gobierno. Estoy harto de que saquen de mí los peores sentimientos. Parafraseando a Cela, esto no es un artículo sino la purga de mi corazón.

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