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Entrevista:MARÍA DEL CARMEN GALAYO MACÍAS | Profesora de religión católica | La situación de los profesores de religión

"Parece que estamos en la época de la Inquisición"

María del Carmen Galayo Macías, Menchu, perdió su trabajo hace siete años por "mantener una relación afectiva con otro hombre, distinto de su esposo, del que se ha separado, estando en pecado", según los hechos contenidos en una sentencia de 2002, cuando ella tenía 55 años. Todo empezó el 13 de octubre de 2000. Ese día, que Menchu Galayo recuerda como si fuera ayer, la profesora de catolicismo (lo era desde 1988) se encuentra en el despacho del vicario de la diócesis canaria, Hipólito Cabrera, a petición del eclesiástico, y escucha un veredicto que "ni siquiera Jesús, ni siquiera Jesucristo, se atrevió a pronunciar contra Magdalena", dice.

"El vicario me preguntó quién era un señor que había aparecido conmigo en un programa de televisión sobre sectas. Le dije: 'Es Jaime Rubio Rosales, un compañero'. Siempre íbamos juntos, no me he ocultado jamás. Pero Hipólito insistió: '¿Qué hace ese señor contigo?'. Quería saber qué me unía a Jaime. Le dije que afectividad. Así: afectividad. Y me dijo allí mismo que no me iban a contratar de nuevo. Le dije: 'Eso, Hipólito, me lo dices por escrito, me enseñas los papeles donde se dice que soy una mala persona o que vivo en pecado'. De tú, le hablé de tú, porque siempre le he tratado de tú a Hipólito. Me dijo que no habría papeles. Dijo: 'Búscate la vida porque ni el obispo ni yo te vamos a contratar".

"El vicario me preguntó quién era un señor que había aparecido conmigo en un programa de televisión sobre sectas"
"No tienen derecho a hacer lo que han hecho. Soy española, no una ciudadana del Vaticano. No soy una esclava del obispo"
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"Búscate la vida". No era la primera vez que Menchu Galayo escuchaba que se buscara la vida. En 2002 relató a EL PAÍS que en 1988, antes de recibir del Obispado el ofrecimiento para que fuera profesora de religión, se lo había dicho su marido, un arquitecto de Las Palmas, que, según Menchu Galayo, la echó de casa y le arrebató a sus dos hijos por denunciarle como dirigente de una secta llamada Aztlan.

Es en torno a esta historia de "dolor y rabia, porque una secta destructiva es una cosa terrible", añade Menchu Galayo, cuando aparece Jaime Rubio, profesor de Filología Inglesa, periodista y escritor. Divorciado. "Él estaba solo y yo estaba sola. Empezamos a querernos. Y surgió el amor".

"Le dije al vicario, a Hipólito: 'Es la segunda vez que alguien me manda a buscarme la vida'. Y el vicario: 'Pues es lo mismo, da igual que sea la primera o la quinta vez. No te vamos a contratar más'. Lloré delante de él. Que me había quitado la comida, que me quitaba la vida. Pero no me escuchó más".

María del Carmen Galayo Macías, prima del ex senador José Macías, del PP, ex presidente del Cabildo de Gran Canaria, intentó "arreglar las cosas por las buenas". Iría a ver al obispo. Era un acto de "coraje, más que de rabia", como cuando se fue hasta el Parlamento Europeo, en Estrasburgo, a dejar los papeles con su historia. O cuando acudió al Congreso de los Diputados, llevada por Izquierda Unida, a dar una conferencia de prensa junto a las también despedidas Paqui Urbano (malagueña, por irse de copas con los amigos y ser concejal de IU) y Resurrección Galera (de Almería, por casarse con un divorciado).

"Me dije: Hay que ir a hablar con el obispo, que me lo diga él, que me diga que me van a echar por pecadora, que me explique qué es ese pecado en que vivo. Pero no me recibió. Así que le esperé y le esperé y le esperé, en la puerta del Obispado. Hasta que el obispo salió camino del coche, sin pararse. Me puso la mano para que la besase y me dijo que lo que tuviera que decirle que se lo enviara por escrito. Lo hice y me contestó a mano una tarjeta, dos tarjetas, en las que me repetía lo que ya me había dicho el vicario Hipólito".

Han pasado cinco años largos y Menchu Galayo sigue igual de "indignada". El Tribunal Constitucional acaba de rechazar que sea inconstitucional el concordato por el que España cede al Estado del Vaticano todo el poder sobre los docentes de catolicismo.Dice ahora: "Parece que estamos en la época de la Inquisición, porque si te separas de tu marido, te vas de copas, tienes un hijo soltera o te afilias a un sindicato, te retiran la idoneidad para enseñar religión. Estamos vendidos".

Menchu Galayo, creyente, dejó sus clases de Formación Profesional en un colegio salesiano de Las Palmas para convertirse en profesora de religión en 1988, "ganando mucho menos dinero". Dijo a EL PAÍS en 2002: "Me pagaban poco, al principio poquísimo, pero sé que fui una buena profesora de religión, que esa asignatura me gusta, que los niños me querían, que me adoran. No tienen derecho a hacer lo que han hecho. Soy española, no una ciudadana del Vaticano. No soy una esclava del obispo".

María del Carmen Galayo Macías, profesora de religión despedida.
María del Carmen Galayo Macías, profesora de religión despedida.RAFA AVERO

El primer escándalo llegó de Almería

Resu Galera perdió el trabajo por casarse con un divorciado

Fue el primer despido con escándalo. Resurrección Galera cayó en la trampa de decir que se había casado con Johannnes Romes, un alemán divorciado que se abría camino en Níjar (Almería). Galera daba clases en el Ferrer Guardia de los Llanos de la Cañada cuando fue despedida. El Constitucional aún no ha fallado su recurso de amparo. Trabaja de auxiliar administrativo y su marido regenta un hermoso hotelito rural en la parte alta de Níjar. Tienen una hija de nueve meses.

En paro por irse de copas con los amigos

Francisca Urbano era también concejala de IU

El caso de Francisca Urbano, que dejó de ser contratada cuando el episcopado se enteró de que se iba de copas de noche con los amigos y porque era, además, concejala de Izquierda Unida, tuvo una relevancia especial. Sucedió en Málaga, donde es obispo Antonio Dorado Soto, presidente de la Comisión de Enseñanza y Catequesis en la Conferencia Episcopal Española. Pese a pasar por dialogante y moderado, Dorado no admite discusión sobre su derecho a decidir.

Seis despidos por una huelga de 1999

Nereida del Pino Díaz abandonó la docencia

Seis veces ha sido despedida por el obispado de Canarias Nereida del Pino Díaz Mederos. Su pecado: haber participado en una huelga en 1999. El motivo de la protesta eran sus condiciones laborales. Cinco veces fallaron los tribunales que Díaz Mederos debía ser readmitida. En el curso 2001-2002, el obispado ya no la propuso como profesora de religión y moral católicas. En cuatro ocasiones el Tribunal Superior de Justicia de Canarias le dio la razón.

Colgó los hábitos y se hizo profesor

Pedro Talavera Arboleda sí pudo dar clases de religión

Casarse por lo civil con un divorciado inhabilita a una mujer para dar clases de religión, pero un cura que cuelga los hábitos, se casa y tiene hijos, está perfectamente preparado para impartir la enseñanza confesional. Es la historia de Pedro Talavera Arboleda, un ex sacerdote jiennense que, después de varios trabajos se quedó en paro, pasó por el Arzobispado de Granada, entró y "lo trataron como a un hermano". Ha dado clases de religión en varios centros.

El sindicalista impertinente

Rafael Ramírez ha ganado tres sentencias con indemnización

Rafael Ramírez es el líder de los profesores de religión represaliados por sus obispos, a los que defiende desde la Intersindical Canaria y como presidente de la Federación Estatal de Profesores de Enseñanza Religiosa (Feper). Ha ganado tres pleitos, con indemnizaciones por "acoso moral". El Gobierno canario le tiene en el punto de mira desde que, sin olvidar a los obispos, Ramírez señala a Educación como cómplice ("monaguillo necesario") del calvario que viven los profesores.

Tomás y Valiente sentenció a su favor

Pilar Sala Ribalta dijo que no era creyente

Dijo, como quien no quiere la cosa, que no era creyente, y semanas después llegó la carta de despido. Entonces, Pilar Sala Ribalta daba clases en el colegio Lestonnac de Mollet del Vallés (Barcelona) de la Compañía de María, un centro católico. Varios tribunales sentenciaron a su favor, tal era la ambigüedad con la que se justificó su despido ("no se ajusta al ideario del centro"), pero ella quiso ir aún más lejos. En 1985, con Francisco Tomás y Valiente como ponente, el Constitucional dictó a su favor.

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