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Reportaje:Polémica sobre dos escritores judíos

Un odio cuestionado

Debate en Inglaterra sobre el ideario de la escritora Irène Némirovsky

Ella es una escritora de culto, y él, un historiador. Ariel Toaff e Irène Némirovsky han sido tachados de antisemitas. Toaff ha tenido que retirar Pascua de sangre, un libro de historia en el que aventuraba que comunidades judías en el medievo podían haber realizado crímenes rituales con cristianos. El caso de Némirovsky, asesinada en Auschwitz en 1942, tiene que ver con la amputación de un párrafo del prefacio en la edición en inglés de Suite francesa, en el que se trata de ocultar la complicada relación de la escritora con sus orígenes. Ambos constituyen dos ejemplos de la delgada línea en que se mueve la libertad de expresión en los tiempos de lo políticamente correcto.

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La edición inglesa de Suite francesa, la gran novela póstuma (publicada en 2004) de Irène Némirovsky (1903-1942), va precedida de un prefacio de Myriam Anissimov que presenta a la escritora y cuenta la odisea vivida por el manuscrito. Anissimov, que ha escrito una biografía de Primo Levi, es especialista en cuestiones de cultura judía. En la versión inglesa, el mismo prefacio aparece amputado de una frase, tal y como ha revelado Stuart Jeffries en el diario The Guardian. Y de ahí, de esa supresión, nace la sospecha de que se ha querido ocultar al lector anglosajón la complicada relación de Némirovsky con sus orígenes judíos.

El párrafo en cuestión comienza refiriéndose "al odio hacia sí misma que se descubre en la pluma de Némirovsky" y enumera "las características que en su obra atribuye a los judíos, las opciones léxicas utilizadas para caracterizarlos, para hacer de ellos un grupo de individuos que tienen en común esos trazos: pelo crespo, nariz curva, mano blanda, dedos y uñas como ganchos, tez mate, amarillenta u olivácea, ojos muy juntos, negros y brillantes, cuerpo esmirriado, rizos espesos y negros, mejillas pálidas, dientes irregulares", a lo que se añaden características que ya no son físicas, sino morales: "avidez, constancia, histeria, habilidad atávica para comprar y vender baratijas, hacer tráfico de divisas, ser viajante o vender municiones de contrabando".

La verdad es que el "odio de sí misma" de Irène Némirovsky no es ningún secreto, pero a veces aparece manifestado de manera confusa, mezclándose dos menosprecios: el que siente hacia una parte del pueblo judío y el que siente hacia sus padres, sobre todo hacia la madre. No está de más recordar que ésta nunca se ocupó de Irène, pues estaba demasiado preocupada en no envejecer y en asegurarse amantes. Por ejemplo, para aparecer siempre más joven de lo que era siguió vistiendo a Irène como una niña cuando ya era una joven. Luego, en la novela El baile (de 1930), la hija vengativa va a pintar a madame Kampf, una nueva rica que oculta a su hija cuando da una recepción para que nadie pueda saber su verdadera edad. En David Golder (1929) el protagonista es un banquero judío que siempre quiere ganar más y más dinero.

En las novelas de Némirovsky aparecen muy a menudo personajes judíos, casi siempre presentados bajo una luz poco favorable, pero es que ella misma había vivido en ese contexto y estaba casada con un banquero judío. En cualquier caso, en sus ficciones, esos judíos que olvidan sus orígenes acaban volviendo a ellos: Golder muere hablando en yiddish o en Los perros y los lobos el libro acaba con el narrador refiriéndose a los judíos como "los míos, mi familia". Pero la acusación de antisemitismo hay que situarla en su contexto: Francia era durante los años veinte el país de Europa con mayor tradición de antisemitismo, acogía emigrados de diversas dictaduras y judíos que huían de los pogromos soviéticos y de las leyes raciales de los nazis. Y esos emigrantes creaban problemas.

En 1935, en una entrevista en L'Univers Israélite, Némirovsky protesta: "¡Nunca he intentado ocultar mis orígenes! Siempre que he podido me he proclamado judía". En definitiva, reclama para el escritor el derecho a escribir en libertad. Asesinada en Auschwitz en 1942, Némirovsky escapó al "políticamente correcto" de su época, pero se ha visto atrapada por el de la nuestra, que censura un prefacio para evitarle decir inconveniencias."¡Nunca he ocultado mis orígenes! Siempre que he podido me he proclamado judía"

La escritora Irène Némirovsky.
La escritora Irène Némirovsky.
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