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Reportaje:

Los 'ultras' ascienden en Europa

La Eurocámara trata de aislar a la extrema derecha tras constituir un grupo político propio

Rumania y Bulgaria han llegado a la Unión Europea con la extrema derecha debajo del brazo, o lo que es lo mismo, con seis eurodiputados que harán posible que se forme un grupo político de ultraderecha en el Parlamento Europeo. El presidente del Frente Nacional (FN) francés, Jean-Marie Le Pen, ha peleado durante más de una década por establecer un grupo con plenos derechos políticos y económicos que defienda sus intereses en la Unión Europea. Rumanos y búlgaros han colmado por fin sus aspiraciones, mientras el resto de formaciones de la Eurocámara se plantea ahora cómo aislar al grupo que nacerá formalmente el próximo lunes en Estrasburgo.

Le Pen, su hija Marine y la nieta de Mussolini pertenecen a la agrupación
La extrema derecha logra el quórum de 20 diputados con los rumanos y búlgaros

Los peores presagios de gran parte de los diputados del Parlamento Europeo se cumplieron ayer, después de que la ultraderecha alcanzara -gracias a cinco diputados rumanos y uno búlgaro- el quórum necesario para formar un grupo político y se lo comunicara a la secretaría de la Eurocámara. En total, 20 eurodiputados -el mínimo requerido- de siete países de la UE compondrán este grupo, que ataca frontalmente la Constitución europea y que rechaza el ingreso de Turquía. También quedaron ayer satisfechos el resto de requisitos que fija el reglamento del Parlamento: demostrar afinidad política entre los miembros del grupo y que al menos seis países de la Unión estén representados.

El equipo ultraderechista estará capitaneado por el francés Bruno Gollnisch, miembro del Frente Nacional (FN), que se encuentra a la espera de que la justicia francesa se pronuncie después de haber sido acusado de negar el Holocausto. El propio Le Pen y su hija Marine también estarán presentes en el grupo, que cuenta con siete miembros de la formación francesa. Un austriaco, tres belgas, un británico y dos italianos -una de ellas, Alessandra Mussolini, nieta del dictador- completan el elenco.

Todos ellos, excepto rumanos y búlgaros, eran ya eurodiputados en activo incluidos en el llamado grupo de los no inscritos. Montar un grupo monocolor les permitirá sin embargo gozar de los mismos derechos políticos y económicos que el resto de las formaciones, entre ellos, el tiempo de palabra, el derecho a disponer de funcionarios y la posibilidad de enmendar textos. En el terreno económico, fuentes parlamentarias calculan que a partir de ahora percibirán en torno a un 30% más de lo que recibían como no inscritos, lo que supone una inyección anual de cerca de un millón de euros.

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"El grupo ya ha presentado la documentación necesaria y su formación se anunciará en el pleno el próximo lunes en Estrasburgo", explicaron ayer esas fuentes, despejando las dudas de que posibles tensiones internas dieran en el último minuto al traste con la iniciativa. "No todos los partidos de extrema derecha están de acuerdo en ir de la mano de Le Pen, lo que ha provocado tensiones internas", añaden las mismas fuentes. No tiene reparos en reconocer esas diferencias Frank Vanhecke, presidente del todopoderoso partido ultraderechista belga Vlaams Belang (VB), que convence a una cuarta parte de los flamencos. "No queremos tener la responsabilidad de asumir lo que decidan otros, en especial los partidos del Este, pero después de mucho debate hemos decidido participar, porque estamos hartos de cómo nos tratan el resto de parlamentarios, de la discriminación a la que nos someten".

Son esos 764 eurodiputados restantes los que ahora trabajan para adecuar sus estrategias políticas a la llegada de los nuevos inquilinos de la Eurocámara. Cómo aislar a los extremistas es una de las ideas que ronda por la cabeza de muchos de ellos. "Hay que aplicar una política de cordón sanitario", sostiene Enrique Barón Crespo, presidente de la delegación de los socialistas españoles en el Parlamento, quien alude al pacto que mantienen los partidos en Bélgica para excluir del poder al VB. Y dice estar "sorprendido" de que "países como Rumania, que acaban de incorporarse, sean decisivos, pero éste es el precio de la democracia".

El consenso entre los grandes partidos a la hora de boicotear a los extremistas es crucial, en opinión de Antonio López Istúriz, secretario general del Partido Popular Europeo, el que ostenta la mayoría en la Eurocámara. "No tendrán peso político si los grandes partidos nos ponemos de acuerdo", dice el popular español, para quien el desembarco de la ultraderecha en forma de grupo político "es un aviso de que en la UE hay que empezar a actuar para impedir el paso de estas formaciones, en auge en algunos países europeos". Y señala que es importante extraer lecciones de la actual situación, porque "estos partidos recogen el voto de gente desinformada y desencantada con el proyecto europeo". Algo en lo que coincide Monica Frassoni, la presidenta de Los Verdes en el Parlamento. "Hay que combatirlos políticamente y hay que hacer que la gente no les vote en las elecciones. Los Verdes vamos a mantener una actitud de absoluto rechazo ante todo lo que hagan en la Eurocámara, y trataremos de impedir que se sitúen en puestos clave en las comisiones de trabajo", advierte.

Ayer, el nuevo grupo político entregó a la secretaría del Parlamento Europeo un listado con su composición y su nombre: "Identidad, soberanía y tradición". Todo un adelanto de su programa político.

El líder de la ultraderecha francesa, Jean-Marie Le Pen (derecha), junto a su <i>número dos,</i> Bruno Gollnisch.
El líder de la ultraderecha francesa, Jean-Marie Le Pen (derecha), junto a su número dos, Bruno Gollnisch.AFP

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