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La puerta de salida

¿Cómo se abandona la tribu? "La mayoría lo hace por la noche y con ayuda externa", explica Yadid: "En mi caso, un día me levanté temprano, cogí a mis hijos y a mi mujer y nos fuimos. Lo mejor es irse sin avisar. Nos pusimos en la carretera con unas ropas muy llamativas sin saber lo que iba a pasar. Sucedió que recibimos mucha ayuda de la familia y yo pude recuperar mi antiguo trabajo para salir adelante".

En el otro caso, la huida fue más traumática. Nejmad recuerda que se declaró "en rebeldía":

"Comencé a discutir muchas de las consignas que se nos daban. En esa etapa de indisciplina logré meter un libro en casa y lo leía por la noche, a escondidas, colocándolo entre las mantas de la cama. Estaba delinquiendo. ¡Qué horror!". Este comportamiento forzó su expulsión de la tribu: "A mí me echaron. Salí sólo, sin mi mujer ni mis hijos. Unos meses después me envalentoné y subí al monte Ulía a ver y abrazar a mis hijos. Como volví sin permiso, reaccionaron poniéndonos a todos en la calle. Salimos con cuatro bolsas de basura llenas de ropa vieja, y sin un duro". Al poco tiempo, su mujer decidió regresar a la comunidad, aunque los hijos "no la echan en falta". Sus niños no añoran la vida que lleva su madre, ni la del amable barbudo que transporta ocho variedades de panes ecológicos en la Mercedes.

Los miembros no se consideran partícipes de una comunidad religiosa, pero adoran a su maestro Yahshúa, el nombre hebreo de Jesús, que significa "Dios es poderoso para salvar" y está formado por Yah (el nombre del padre) y Shua (poder).

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