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Reportaje:Directivos españoles en el mundo

'Manolo' ya manda en Coca-Cola

España 'exporta' una nueva hornada de ejecutivos de alto nivel a la cúpula de las multinacionales

Manuel Arroyo lleva nueve semanas instalado en el bullicio de Bangkok. Fue el pasado julio, a la orilla del Chao Phraya y tras saborear las calles de la capital tailandesa, cuando Arroyo y su mujer decidieron que sí, que cogerían a sus dos niños, de dos y tres años de edad, y se mudarían a Asia. "El 51% de una decisión como ésta la tiene la familia. Que la gente de tu entorno esté comprometida y a gusto es una de las claves del éxito o del fracaso", enfatiza. Tiene 39 años y, en sus manos, la responsabilidad del gigante americano Coca-Cola sobre todo el sureste asiático, un mercado de más de 370 millones de personas con países donde asegura que, en su negocio, está casi todo por hacer, como Vietnam, y con otros de moderna industrialización y desarrollo, como Singapur.

"Internamente, por mi edad, es verdad que mi nombramiento ha podido sorprender", reflexiona en una conversación telefónica desde Bangkok este ejecutivo, que lleva 11 años en Coca-Cola, los últimos de ellos como responsable en España. "La filial española tiene un prestigio especial en el grupo. En ventas puede representar entre un 3% y un 4% del total". Hablamos de un coloso presente en todo el mundo que en 2005 facturó 19.250 millones de euros.

El de Arroyo ha sido uno de los últimos nombramientos sonados de altos directivos españoles. Pero no el único. España ha acelerado en los últimos meses la exportación de ejecutivos a la cúpula de las grandes multinacionales no españolas. No sólo al frente de filiales ibéricas -algo que lleva ocurriendo con normalidad desde los noventa, cuando abrieron camino directivos como Francisco Belil al frente de la químico farmacéutica alemana Bayer, o Domingo Jaumandreu en la japonesa Sony- sino a puestos de primer nivel, con responsabilidad internacional, en la sala de máquinas de la organización global.

El doble de nombramientos

"No es un fenómeno del todo nuevo, pero el número de españoles en puestos de alcance internacional prácticamente se duplica cada año", asegura Iñaki Suárez de Puga, socio de la firma de headhunters Spencer Stuart y con larga experiencia propia como expatriado en el Reino Unido, EE UU y Hong Kong. Las bases de datos en las que buscan estas firmas de selección de altos directivos son internacionales. "No buscamos en un país, buscamos en el mundo", subraya Suárez de Puga.

La lista es larga. Antonio Pérez ha llegado a lo más alto como presidente y consejero delegado de Kodak. Gonzalo Urquijo se ha convertido en el único español presente en la dirección general del nuevo gigante siderúrgico Arcelor Mittal, con responsabilidad sobre una filial con 120.000 empleados.

Eduardo Montes es presidente de la división de Comunicaciones de Siemens a nivel mundial. Xavier Pascual fue nombrado en mayo vicepresidente de Toshiba para llevar las riendas de la división informática del grupo japonés en Europa. También en el universo tecnológico, José Luis Martínez fue nombrado en febrero vicepresidente de Ventas de Nokia para la región Asia-Pacífico, y Antonio Anguita es responsable de telefonía fija e Internet de France Telecom.

José López, el español que lleva las riendas de Nestlé en Japón desde 2003, se dispone a entrar en el comité ejecutivo mundial de la mayor multinacional de la alimentación del planeta, donde también figuran un clásico como Francisco Castañer, responsable de Recursos Humanos y Asuntos Corporativos, y Luis Cantarell, ascendido hace un año a vicepresidente responsable de toda Europa. Y Jesús Acebillo pilota desde Barcelona una región de 55 países que abarca Europa del Este, Asia, Oriente Próximo y África para el peso pesado farmacéutico Novartis.

Eva Castillo se mudó a principios de año a Londres, desde donde gestiona el negocio de banca privada para Europa y Reino Unido del banco de inversión Merrill Lynch. Y, remontándonos algo más atrás, al año pasado, la segunda empresa de distribución del mundo tras Wal-Mart, la francesa Carrefour, incluyó a tres españoles en su directorio más alto de cinco personas: José Luis Durán, José Luis Folache y Javier del Campo.

"Estamos corrigiendo lo que ha sido un déficit histórico. Los españoles van ganando cada vez más en experiencia y sólo quien ha estado en las trincheras puede realmente aportar algo", opina Adolfo Hernández, otro de los protagonistas de esta historia. Desde junio, Hernández es vicepresidente senior de Servicios de la multinacional tecnológica Sun Microsystems. Una división que genera un 40% de los ingresos de Sun.

Hernández habla un martes desde París, a punto de embarcar hacia Londres. En dos días, tiene previsto viajar a Singapur. Y el fin de semana, le esperan en Nueva York. "Ahora, mi vida es así. Tengo que ir a las oficinas centrales, ver clientes, formar equipos... Quizá con el tiempo todo se asiente y se calme", explica. Además de vivir en los aviones, mantiene su domicilio en Granada. "Mi oficina está en California, pero con este panorama hubiera visto a mi familia igual de poco, así que de momento he decidido mantener mi casa". Sólo tiene 36 años, y es un ejecutivo hijo de la globalización.

La nueva hornada tuvo a sus pioneros. Los nombres de siempre. Como el de Magda Salarich, que es directora comercial y de Marketing de Europa para el grupo Citroën; el de Francisco Javier García Sanz, director de Compras del primer grupo automovilístico de Europa, Volkswagen; el de Pilar Zulueta, desde 2002 vicepresidenta con responsabilidad sobre las zonas de Europa, Oriente Próximo y África, de Warner Bros Consumer Products; o el de Amparo Moraleda, presidenta de IBM en España, Portugal, Grecia, Israel y Turquía, y quien -al igual que la presidenta de Microsoft en España, Rosa García- se fogueó antes en su empresa en EE UU.

Hubo precursores, pero la globalización lo ha revuelto todo. "Las empresas buscan al mejor, sea del país que sea", corrobora Begoña Benito, directora general de la consultora de Recursos Humanos Watson Wyatt. Para Benito, la misma globalización neutraliza el eterno temor al regreso, el miedo a estrellarse en un trabajo terrenal menos interesante, ya que "el abanico de opciones y ofertas posterior se va ampliando".

El profesor de IESE Pedro Nueno no lo tiene tan claro: "Hay una masa crítica importante de españoles fuera, quizá más anónima, especialmente en puestos de tercer nivel, que trabajan en Europa del Este, EE UU, China... Muchos de ellos regresarían a España mañana mismo, pero aquí tal vez no tengan un puesto tan interesante donde crecer". Las empresas no siempre saben sacar provecho de esa experiencia internacional.

"¿El regreso? Estar fuera puede ser una opción de vida", replica Eva Castillo, que con su nuevo cargo en Merrill Lynch vuelve con 43 años y por tercera vez a Londres, su "segunda casa". "Hay gente que nunca sale de su zona de confort y tampoco encuentra lo que quiere", espeta.

La citada zona de confort es amplia en España. En 2006, declarado Año Europeo de la Movilidad Geográfica de los Trabajadores por la UE, el Libro Blanco sobre las Mejores Prácticas Internacionales en Políticas de Acompañamiento Social -publicado por Sagardoy Abogados, Creade y el IESE- concluye que sólo un 13% de los directivos españoles está dispuesto a cambiar de residencia, incluso dentro de España, frente a una media del 27% en la UE.

Ese 13% parece hecho de otra pasta. Y las empresas buscan ese perfil: el del directivo probado -no abundan los fichajes externos, sí los ascensos tras las periódicas "revisiones de talento" internas-, con imprescindible experiencia internacional previa y con lo que los entrevistados denominan "mente global". "Son personas que se sienten bien gestionando a otras con valores distintos", subraya Suárez de Puga.

Cuando encuentran ese perfil, las empresas lo miman. "¡No te van a dar un cargo para crear luego un problema doméstico que te distraiga!", exclama Hernández. Suelen ayudar a buscar (y/o a pagar) casa y colegio para los niños. Y ponen a disposición del directivo desde un coche hasta clases de idiomas, gastos en seguridad, vuelos a su país... Los paquetes para el expatriado son muy diversos según la empresa, el cargo y el país al que se vaya. Pero nunca se pierde capacidad adquisitiva. Al contrario. Las empresas tienden a buscar a directivos locales, más baratos que los expatriados. La diferencia salarial puede ser de uno a cinco.

Sin embargo, una cosa es expatriar al directivo por un tiempo limitado y otra es integrarle en la cúpula de la organización con carácter permanente. Según Watson Wyatt, el sueldo depende de un montón de variables. A modo de ejemplo, la retribución de un directivo internacional de una empresa con responsabilidad sobre productos diversos, que emplee a entre 5.000 y 15.000 personas, y con unas ventas de entre 2.000 y 5.000 millones de euros, está en torno a 450.000 euros. Una empresa más pequeña, de 1.500 empleados y con unas ventas de 1.000 millones, puede ofrecer unos 290.000 euros.

Los directivos consultados se consideran bien remunerados, pero aseguran que el dinero no es su prioridad. Destacan "la capacidad de adaptación y flexibilidad" del ejecutivo español. A pesar de la asignatura pendiente del inglés. Pendiente porque "no es lo mismo defenderse con soltura que tomar decisiones de calado a gran velocidad en una reunión", dice Arroyo. El año pasado, la Cámara de Comercio de Barcelona concluyó tras encuestar a 4.000 empresas que los candidatos en procesos de selección tienen un nivel de idiomas insuficiente y que sólo el 20% de la población puede expresarse en inglés, frente al 46% en la UE. Este obstáculo convive con la fiebre de compras en el extranjero por las empresas españolas. "Existe curiosidad. Fuera se estudia qué ocurre aquí", apunta Castillo.

La formación es esencial. Luis Cantarell, vicepresidente europeo de Nestlé y afincado en Suiza, constata que a este éxito "contribuyen las escuelas de negocios españolas reconocidas a nivel mundial, que han integrado en sus programas la dimensión internacional como algo natural", en alusión a IESE, Esade y el Instituto de Empresa (IE). Las multinacionales también prestan atención a la buena evolución de las multinacionales españolas y de filiales de empresas extranjeras, para ver quién despunta.

Cantarell ha pasado 30 de sus 54 años trabajando en Nestlé. Asegura que ha "disfrutado" en cada una de sus responsabilidades en la empresa, y que cada etapa ha sido un nuevo reto. "El declive profesional empieza el día que piensas que ya no tienes nada que aprender".

Manuel Arroyo.
Manuel Arroyo.
Adolfo Hernández
Adolfo Hernández

OTRO PASO EN TOSHIBA

Xavier Pascual presidía Toshiba en España hasta que, en mayo pasado, le nombraron vicepresidente con responsabilidad del Sur de Europa, y con una facturación de 600 millones de euros. "Las multinacionales valoran la savia nueva que llega del sur", asegura el ejecutivo.

Manuel Arroyo escala en Coca-Cola

"Soy de una familia de clase media que siempre vivió en Madrid", dice Manuel, responsable de Coca-Cola en ocho países de Asia. Cuenta que ofreció a esposa, también directiva adicta al trabajo "de sol a sol", ser él quien dejara el trabajo para dedicarse a cuidar a los niños. Pero finalmente fue ella quien lo hizo para seguirle a Bangkok.

AL FRENTE DE NESTLÉ

Luis Cantarell lleva 30 años en Nestlé. Hoy, está al frente del negocio europeo. Se identifica con los valores de la compañía, dice que es capaz de asumir riesgos controlados y subraya el "decisivo" apoyo de su mujer. "Ha estado a mi lado a lo largo de mi carrera".

JEFA EN MERRILL LYNCH

"Aquí me siento más europea que nunca", explica Eva Castillo, la nueva jefa de Merrill Lynch Banca Privada para Europa y Reino Unido, miembro de la ejecutiva del banco para Europa, Oriente Medio y África. Antes presidía Merrill Lynch España.

Adolfo Hernández sube otro peldaño en Sun Microsystems

"¿Por qué, este ascenso? Como todo en la vida, hay que estar en el sitio justo en el momento justo. Y luego, claro, tener las credenciales adecuadas. En la zona Iberia, los servicios eran uno de los negocios más sanos y rentables. Supongo que influyó", explica el vicepresidente senior del Negocio Global de Servicios de Sun Microsystems, que se ha incorporado a la cúpula directiva de la multinacional. Está casado con una británica. Han vivido en Reino Unido y en Alemania. Tiene dos hijas y le encanta viajar. "No me planteo el regreso. Esto siempre es un paso hacia adelante. Quien algo quiere, algo le cuesta. Es un tema de equilibrios". Adolfo se licenció en Informática en Granada, tiene un máster MBA en Gestión Estratégica y estudios de postgrado en EE UU y Reino Unido.

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