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Columna
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Sudoku energético

Uno de los pasatiempos más atractivos de los últimos meses, además de esos que aparecen en las páginas más visitadas de la prensa diaria y que la gente suele resolver en horario de oficina, es descubrir qué hay realmente, y quiénes están, tras esa tupida tela de araña en la que se ha convertido el sector energético en España. Con la ayuda inestimable, eso sí, de las grandes empresas del resto de Europa. Ya les anticipo que les va a resultar casi imposible, pero ahí es precisamente donde puede radicar el interés del asunto. Saber quién manda en Bancaja o la CAM, por ejemplo, es una tarea tan sencilla que no precisa más que echar una ojeada a la normativa autonómica que rige la composición de su consejo de administración. Sin embargo saber de quién es realmente Endesa, Unión Fenosa, Repsol o Iberdrola, eso ya es otro cantar.

Tomen cualquiera de ellas al azar, Endesa, por ejemplo, la estrella reciente de las OPAs. Para empezar es bueno saber que el Estado Español (podríamos decir, Zapatero) todavía dispone de un 3% de ésta. Menos que el SCH (Botín) que posee un 5,3%, y desde luego mucho menos que Caja Madrid (o sea, Esperanza Aguirre) que mantiene un 9,9 % del capital. Pero es que, además, mientras que la alemana E.ON, en la que la derecha bávara participa, a través del correspondiente 2,5% que posee el Estado Libre que ella gobierna, y la catalana Gas Natural, controlada todavía por La Caixa del tripartito en un 32,5% (quien posee además un 14,1% de Repsol, en el que ahora entra de lleno Sacyr a por todas) están concentradas en la guerra de las OPAs, aparece un tal Sr. Entrecanales, joven propietario de la constructora Acciona, y compra con total sigilo casi el 15% de la empresa en disputa.

La cosa naturalmente se complica ahora aún más porque ¿de qué parte está el susodicho Entrecanales? ¿Es acaso amigo de Zapatero y uno de esos patriotas económicos de última hora? Y si es así, entonces ¿qué papel le corresponde a Botín financiándolo? ¿No era del dominio público que Botín pertenece más bien a la derecha de Aguirre? O sea, confusión general.

Y en esto llega Florentino (indefinible en el espectro político) con su ACS debajo del brazo y dice que quiere Unión Fenosa e Iberdrola, porque eso del ladrillo está muy bien, pero nunca se sabe y procede diversificar el negocio. Pero ojo, porque detrás de Iberdrola también están, atención, los vascos, y no solo los moderados del BBVA, que ya no parecen ni vascos y además son los que financian la operación, sino la BBK (Bizcaia, Bilbao Kutxa) o sea el núcleo duro de Ibarretxe, con más de un 7%. Y detrás de Unión Fenosa, las cajas gallegas (ahora en manos del bipartito social-nacionalista) con un 15%. Pero Unión Fenosa está a su vez participada por los italianos del ENI de Romano Prodi (de centro-izquierda, como Zapatero) en un 50% (de su división de gas), el cual controla parte sustancial de las empresas portuguesas de energía, junto con el Estado portugués (de Anibal Cavaco Silva, de centro-derecha, como Aguirre) propietario ahora, a través de EDP, de Hidrocantábrico, que era nuestra antes, pero ya no lo es.

Por su parte, Unión Fenosa está en el consejo de Cepsa, compartiendo mesa y mantel con Botín y los franceses de Total, quienes, por cierto, están a punto de hacerse con el 50% del capital. Y todo esto mientras Gas natural, perteneciente al "frente catalán", resiste en ENAGAS y la Enel italiana se hace con la entrañable e histórica Eléctricas del Viesgo. ¿Les parece complicado? Pues esperen a saber lo siguiente. La mayoría de estas empresas, incluyendo los bancos que las financian, están participadas en más de un 30% por fondos de inversión anónimos que provienen de las pensiones de millones de trabajadores de todo el mundo, cada uno, como se suele decir, de su padre y de su madre, los cuales hasta ahora se han abstenido de exigir su inclusión en los consejos de administración. Imaginen por un momento que se decidan por fin a hacerlo, cosa más que probable. Cualquiera sabe dónde acabará todo esto y qué extraños compañeros de cama se acabarán formando.

A lo peor, todo acaba siendo a la postre propiedad del mismo ente; una especie de Gran Hermano económico al que todos pertenecemos desde hace tiempo sin saberlo.

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En todo caso, si, aún así, desea continuar, tómeselo como un pasatiempo más, sin darle demasiada importancia. A mí sin ir más lejos, se me ha pasado la tarde sin casi darme cuenta.

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