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Montilla, Carod y Saura hacen frente común ante CiU y PP en el debate televisado

Mas asegura tras el coloquio que Rajoy le ofreció en 2002 que CiU absorbiera el PP catalán

En una hora y media de debate político de altura entre los cinco candidatos a la presidencia de la Generalitat, los telespectadores escucharon más propuestas y discusiones de carácter social que en casi toda la legislatura. El Estatuto quedó relegado a unas alusiones iniciales, dejando paso al debate social. Los líderes de las cinco formaciones se centraron en el eje derecha-izquierda, tanto en lo social como en la valoración del Gobierno de Pasqual Maragall. Terminado el coloquio, Mas aseguró que Mariano Rajoy le ofreció en 2002 que CiU absorbiera la rama catalana del partido que gobernaba entonces España.

En el debate, organizado por TV-3 y conducido con gran agilidad por Josep Cuní, los tres partidos progresistas, incluida Esquerra Republicana, realizaron una defensa casi sin grietas de la obra de Gobierno del tripartito, sobre todo de su obra social. Artur Mas se centró en desacreditar a un gobierno que considera "fracasado", del que sólo salvó su aportación al Estatuto. Un éxito del que, por cierto, intentó apropiarse el líder de la oposición. "Nosotros lideramos el proceso", aseguró. En sus ataques al tripartito, Mas contó con la colaboración del candidato del Partido Popular, Josep Piqué, cáustico e implacable, que reconoció al Gobierno de Pasqual Maragall una única cosa: haber hecho "el ridículo".

Pero los pases por la banda de Piqué a Mas le costaron más de un tropezón al candidato nacionalista. Por ejemplo, cuando Montilla acusó a Mas de haber sido primer consejero del último gobierno de CiU gracias al apoyo parlamentario del PP y éste intentó desviar la atención. Piqué aprovechó para reivindicar su activo apoyo a CiU. "¿Quién le aprobaba los presupuestos cada año?", le preguntó desafiante. El momento más tenso se produjo cuando al final del debate, Josep Piqué le afeó a Artur Mas que "desprecie" al PP como uno de los posibles socios y le espeto: "A usted, señor Mas, le pierde la soberbia".

Terminado el debate, el candidato convergente reconoció que en 2002 se reunió en Doñana con el ex ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas, el entonces vicepresidente del Gobierno, Mariano Rajoy y el portavoz del PP, Eduardo Zaplana. Mas aseguró que ese encuentro sirvió para que los dirigentes populares le ofrecieran la absorción del PP catalán por CiU a cambio de que los nacionalistas entraran en el Gobierno central y renunciaran a demandas de mayor autogobierno, propuesta que, según dijo el líder nacionalista, rechazó.

Durante el coloquio, Montilla, Mas, Carod, Piqué y Saura se empeñaron en no molestar en exceso a quienes pueden ser sus socios tras el 1-N. Así, Montilla disparó su artillería contra Mas y Piqué, sin criticar en exceso a su antiguo socio, Carod. A su vez, éste evitó polemizar con Mas y Montilla apelando a la "unidad de los partidos", como fórmula para resolver los grandes conflictos de Cataluña.

Por su unidad de acción destacaron los tres candidatos que un día integraron el tripartito. En más de una ocasión, Saura complementó intervenciones de Montilla que Carod remató, lo que dio un respiro al socialista, dialécticamente más torpe que Mas, que no dejó de acosarle. Montilla respondió siempre mostrando obra de gobierno, para poner de manifiesto la solvencia del proyecto socialista.

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Mas y Piqué formularon una valoración rotundamente negativa de los tres años del Gobierno de Maragall, lo que calentó el debate desde el inicio. Montilla, Carod y Saura contrapusieron los logros del tripartito a los últimos años de CiU, en los que Mas dejó un gobierno con 1.177 millones de déficit.

Para Mas, las pruebas del "fracaso" son que el tripartito no pudo agotar la legislatura; que Maragall convocó a las urnas un año antes de lo previsto y que el propio presidente fue "apartado por los suyos". Piqué afirmó que el tripartito "ha hecho el ridículo" y calificó la sustitución de Maragall por Montilla como "golpe de estado interno" en el partido socialista.

El debate se cerró con un bloque sobre alianzas. Se visualizó como nunca el todos contra CiU y su candidato, a quien recordaron que será presidente quien consiga suficiente apoyo parlamentario y no necesariamente quien tenga más votos. El presidenciable convergente intentó que sus rivales, en especial las tres formaciones de izquierda, desvelaran si aspiran a reeditar el tripartito y se comprometieran a no intentar formar gobierno si pierden las elecciones. No lo consiguió.

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