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MI CHICO FAVORITO

Seis mujeres de gusto impecable eligen y visten a sus hombres predilectos. Un amigo, un socio o un compañero. Ningún vínculo sentimental. Por el camino, ellos y ellas hablan de compras, trapos, marcas fetiche y otras manías

La princesa y el guerrero

Amaya Arzuaga, de 34 años, diseñadora de moda, y Rubén Bejarano, jefe de prensa, de

24. Él lleva la comunicación de su marca.

Desde que aterrizó de vuelta en España tras sus aventuras internacionales en Londres y Milán, la diseñadora ha estado amoldándose a la industria patria. Un entramado que no siempre se ajusta a su visión y que precisa de un cómplice que transmita con claridad su filosofía a los medios. Desde el verano, esa persona es Rubén. "Cuando trabajas en esto, obviamente necesitas un filtro, un nexo de conexión con el mundo, con capacidad para decidir qué te interesa y qué no. Rubén reúne todas esas cualidades y además tiene estilo propio, me gusta la actitud con la que lleva la ropa, que es tan importante como la belleza". Han escogido entre los dos para la ocasión looks completos de la colección de Amaya Arzuaga para este otoño-invierno, basada en una revisión del esmoquin.

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Rubén defiende las creaciones de Amaya sin gran esfuerzo. "Ya era comprador de la marca y me identifico con ella de largo". Habitualmente viste de negro riguroso "porque invisibiliza y al mismo tiempo viste mucho. Con el negro no fallas". Y se atreve a apuntar una nota de color, el verde botella, como clave para esta temporada. Se iría de compras con Amaya encantado, pero duda de que eso ocurra. "Ella no tiene necesidad de comprar nada: se fabrica hasta sus propios tacones". Antes de convertirse en el responsable de comunicación de la firma trabajaba en una afamada tienda de ropa masculina, con el agotamiento que eso conlleva. "Soy incapaz de irme de compras por Madrid. Eso sí, cruzaría el Atlántico por ir a la tienda de Tom Ford en Nueva York".

Mimetizados

David Delfín, de 36 años, diseñador. Bimba Bosé, de 30 años, modelo y empresaria. Son socios en la firma Davidelfín.

Desde que se conocieron a mediados de los noventa en las noches que ya no existen de Madrid, han jugado a confundirse. "Siempre hemos sido muy ambiguos", dice Bimba. "Cuando David era go-go en el club Devotion era bastante femenino, y yo parecía un chico. Empezamos posando los dos como modelos para Locking Shocking. Inconscientemente hemos recuperado aquel espíritu para esta foto". Desde entonces, el diseñador y la modelo han compartido empresa, gustos y modelos estéticos. Raf Simons, Balenciaga, Lanvin o Margiela son sus fuentes de inspiración. La filosofía del primero, en particular, ha marcado a David, de ahí el modelo para esta foto. "Creo que en realidad no tengo nada de él. Más que su ropa, me flipa el mundo que crea alrededor de ella".

Aunque les influye aún más algo que sufren los ciudadanos madrileños cada mañana al salir de casa. "Lo que más me gusta son los obreros y los albañiles de todas las obras que nos rodean en Madrid. Antes me quejaba de ellas, pero ahora voy a promover todas las que hagan. ¡Más obras en Madrid!", exclama Bimba. No es de extrañar entonces que en su armario tengan un lugar destacado las camisetas de ropa interior sin mangas de chico. "Todas las marcas valen, desde Ferrys hasta Gap", apunta. David prefiere "las camisetas desgastadas y de un color indefinido, como guarrillo, y últimamente cada vez más grandes". Para triunfar con él, Bimba tiene claro el regalo ideal: "Cosmética. Un bote de Idealist, de Estée Lauder, por ejemplo; le conquistaría total".

La confusión de géneros

Leonor Watling, actriz y cantante, de 31 años, y Boris Izaguirre, 'showman', de 41. Les gusta cenar y charlar hasta las tantas.

Ésta iba a ser la historia de una transfiguración: Boris quería presentarse como Alexis Carrington Colby, y Leonor, como uno de Los olvidados, de Buñuel. Pero finalmente optaron por la sobriedad unisex. "Ya es hora de que nos dejemos de etiquetas", afirma tajante Leonor. Para ella, los gays han traído una nueva galantería desprovista de cualquier consigna machista. Algo de lo que los heteros han tomado buena nota. Igual que de la impronta de Boris, que presume de haber captado la esencia de los tiempos. "Muchos futbolistas no tienen inconveniente en decir que mi manera de vestir les ha influenciado. He contribuido a que el varón se asuste menos con los colores y se divierta vistiendo y hablando de moda. En cuestión de estilo, para mí sólo existe una palabra: propio".

Aunque en su caso en realidad sean dos: "Rubén Nogueira, mi marido. Opina que visto fatal. Cuando le conocí hace quince años, lo primero que me dijo fue: 'Para demostrarme que me quieres, corta todas tus corbatas en dos y abandona todos tus trajes'. Pude cumplir lo último, pero con las corbatas no tuve fuerzas. Hay ciertas cosas que no estoy dispuesto a castrar". Lo mismo que Leonor, que ha adoptado prendas masculinas, como sombreros o pantalones con tirantes, para su estilismo cotidiano. Nunca han ido juntos de compras, aunque a ella le encantaría: "Seguro que me vestiría como un putón verbenero, siempre que llevo escote está muy a favor". Aquí la vemos desvalida tras un Boris rendido a sus encantos: "El Boris heterosexual es más pasivo que el Boris gay", concluye él.

El cazador cazado

Martina Klein, modelo, de 28 años, y Fernando Merino, de 40, 'booker' de Group Madrid. Él es su agente desde hace 10 años.

Ésta es una estampa inusual: el agente frente a su modelo. Normalmente son ellos quienes calibran el look de ellas. Ella se presentó en su agencia, Group Models, hace 13 años. Con el tiempo, él se ha convertido en el hombre que completa el triángulo masculino de su vida (los otros son su novio, Álex de la Nuez, y su padre), a quien acude siempre con sus alegrías y conflictos. "Ha sido mi psicólogo, mi agente de viajes, la voz al otro lado del teléfono cada día. Me comprende perfectamente porque comparte mi mundo. Además, él también ha sido modelo".

Una de sus aficiones es juntarse a ver los especiales de colecciones para decir lo que les gusta o les horroriza. "Hablamos mucho de ropa y vamos de compras, básicamente para que él me ayude a renovar mi armario". El de Fernando tiene voluntad de minigalería: "Colecciono bolsas, desde Dior hasta Miu Miu pasando por bolsas para cascos militares. También calzoncillos, nunca boxers, y relojes. Y antes las odiaba, pero ahora soy zapatillero total, se han impuesto en mi vida por pura comodidad". Martina lo sabe: "Si tuviera que hacerle un regalo, apostaría por unas zapatillas de vestir que pudiera llevar a la oficina. Va muy sobrio, pero con el calzado le gusta dar la nota". Para la sesión se presentó con sus "Vans ideales negras trenzadas", que coronó con ropa de Y-3, una firma con la que se desmarca de su habitual estilo: "Yo soy más de mezclar el vaquero con mi maravilloso H&M o mi Helmut Lang, una marca que ya no existe, lo que me cabrea muchísimo".

Amistad compulsiva

Natalia Verbeke, actriz, de 31 años, y Joan Oliá, 'Chic', relaciones públicas de Nike España. Amigos, vecinos y adictos a las compras.

Quedaron sin conocerse, hace seis años, por recomendación de un amigo. Natalia buscaba un modelo para el estreno de El hijo de la novia, y Chic acababa de llegar de Nueva York. Desde entonces se ha convertido casi en su estilista personal. "Sólo que no cobra, el pobre", especifica la actriz. "Me tiene de amiga, que es peor", se ríe. Una amistad compulsiva. Chic, relaciones públicas de Nike, buscó una casa lo más cerca posible de la de Natalia. "Cada vez que estamos aburridos nos plantamos en la casa del otro. Hacemos todo juntos". Hasta se han ido a Las Vegas y a China de vacaciones.

El auténtico peligro les ronda a la vuelta de la esquina, en cualquier tienda. Cada vez que salen de compras se funden la Visa. "Ropa o cosas para la casa", apunta Chic. Se haría con toda la colección de Burberry Prorsum y pidió este conjunto específicamente. Alessandro Dell'Acqua era su opción B. A pesar de las apariencias, se confiesa más recatado que hace unos años. "Reciclo mucho, no soy de los que guardan. Excepto mi colección de zapatos. Me quedé muy enganchado a los de Gucci de 1995 y los conservo todos". Natalia en su día a día se saca partido con una camiseta sexy, unos pitillo y unas botas de tacón cubano, pero cuando acude a una fiesta no puede prescindir de él. "Es más, las veces que no ha supervisado mi vestuario se me ha criticado mogollón". Incapaz de decidir cómo viste su chico ideal, sabe lo que no puede soportar: "Unos náuticos y esos pañuelos palestinos del rastro. El rollo pijo rancio y lo hippy no me van".

De Dior, por favor

Unax Ugalde, actor, de 27 años, y Elena Anaya, actriz, de 31. Comparten una pasión imposible en 'Alatriste'.

En Savage Grace, la producción donde coinciden tras Alatriste, Elena y Unax se disputan el amor del hijo (en la ficción) de Julianne Moore. Ella es la espía que vuelve loco a Justin Timberlake en el videoclip de Sexyback, y él acaba de emprender su carrera internacional rodando en Colombia junto a Javier Bardem El amor en los tiempos del cólera. Hasta la fecha habían coincidido bien poco y ahora no es difícil encontrarles tomando café en algún bar del madrileño barrio de Malasaña, donde ambos viven. Unax suele pasear bajo un gorro, su prenda fetiche. No por esconderse de las fans, dice, "sino porque me da seguridad".

Casi siempre viste con lo que pilla a mano y sólo conserva dos trajes, los que utilizó en el rodaje de Reinas. Cada vez que tiene un estreno pide algo prestado a un showroom, a ser posible de Dolce & Gabbana o Dior Homme, la firma que pidió él mismo a Elena para esta foto. "Como soy así, flaquito…", justifica. Va de compras poco, solo y rápido ("no tengo paciencia ni para probarme", dice) y sigue las tendencias más por la calle que por las pasarelas. Algo parecido le sucede a Elena, que se puede fijar por igual "en la cosa más macarra que te puedas encontrar a las siete de la mañana en la Gran Vía que en uno que va vestido de principito. Lo importante es que no vaya de lo que no es, que brille por lo que tiene de por sí y no por lo que se ponga o a lo que huela". Y remata con una clave para agradarle a ella: "La colonia es fundamental, pero hay que echarse poca, tiene que ser buena y suave, que casi ni se note".

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