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Reportaje:

El curioso ilusionado

La Biblioteca Nacional muestra el siglo de Ayala

Juan Cruz

Francisco Ayala abrió el jueves el otoño en Madrid, a sus cien años y seis meses, mostrándole toda su vida a la vicepresidenta del Gobierno. El escritor recibió a María Teresa Fernández de la Vega a las puertas de la Biblioteca Nacional, y luego recorrió a pie firme las salas de la muestra Francisco Ayala. El escritor en su siglo, que el pasado mes de julio ya vio la luz en el Hospital Real de Granada, al lado de donde nació el autor de Recuerdos y olvidos.

Aguardó unos instantes sentado en una silla verde, acompañado por su esposa, Carolyn Richmond, pero enseguida se puso en pie. Alguien le dijo: "Cuánta gente ha venido". Y él, con esa ironía que los años no han limado, espetó: "¡Y yo no sé si yo he venido!".

Había, en efecto, muchísima gente, desde la ministra de Cultura, Carmen Calvo, a Joaquín Sabina y Miguel Ríos, que han sido muy activos últimamente cantándole al maestro el cumpleaños feliz que mereció su centenario. Ríos, en concreto, inició esa tonada cuando su paisano llegó a los 99. Sabina, que sólo se levanta temprano si tiene que arreglar papeles, quiso estar, y allí estuvo, con el sombrero en la mano.

Ayala, su mujer y el comisario de la muestra, Luis García Montero, le hicieron de cicerones a la vicepresidenta y a sus acompañantes. La muestra es el reflejo, dijo García Montero, "de la trayectoria liberal de Ayala, que ha respondido a las exigencias de su tiempo sin dogmatismo alguno". Se han incorporado dos cuadros más, cedidos por el Reina Sofía. Uno es de Maruja Mallo, una verbena, y otro es de Juan Genovés. Maruja Mallo fue de las primeras amigas de Ayala, allá por 1925, cuando el escritor publicó su primer libro, Tragicomedia de un hombre sin espíritu. Ella hizo la portada, y ahora coexiste en esa colección de recuerdos que constituye la singladura del escritor.

La muestra tiene un atractivo más, la película La ilusión perseguida, que ya está casi prácticamente montada y que constituye una contribución cinematográfica documental a la propia biografía de Ayala. Es obra de Javier Rioyo, que ha tenido como coguionista al propio García Montero. En Granada se pudieron ver más las imágenes que corresponden a la vida de Ayala en su ciudad natal, y aquí se incorporan otras más generales, y sobre todo las de Madrid. Rioyo nos decía que el título, La ilusión perseguida, "responde a ese deseo de Ayala de haber conseguido algo que nunca ha logrado del todo: la ilusión de un país mejor, de un mundo mejor". La contrariedad que el tiempo impuso a ese deseo es lo que hizo de Ayala "un hombre algo escéptico. Pero es aún un curioso ilusionado".

Ese curioso ilusionado, señala el autor de La ilusión perseguida, "ha sido un excelente actor en el filme, se ha emocionado a veces, ha estado firme cuando ha decidido estarlo, y en ningún momento dejó de colaborar para que contáramos su vida. Únicamente no ha querido ir a los lugares que le recordaban el asesinato de su padre y de su hermano, durante la guerra. El padre había sido funcionario dependiente de la República. Y por eso le asesinaron. Sin olvidarlo, él no ha querido ir al lugar del crimen. Fuimos allí con su hermana menor y con su hija Nina".

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El estreno de la película clausurará el centenario de Ayala a finales de este año. Ha sido producida por la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (SECC), que también patrocina la exposición El escritor en su siglo.

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