_
_
_
_
_

Ruiz Amezcua recoge su poesía amorosa en una antología

Ginés Donaire

El poeta Manuel Ruiz Amezcua (Jódar, Jaén, 1952) ha recopilado sus poemas de corte amoroso en Sobre la herida (Ayuntamiento de Granada, dentro de su colección Granada Literaria Poesía), una antología que abarca lo más granado de la producción amorosa del autor en los 10 poemarios escritos desde 1974 a 2005. No es una autobiografía amorosa real, ni siquiera inventada o construida. No hay un desarrollo lógico en la obra, a modo de diario poético, sino la contradicción constante entre el amor, su padre el deseo y su hermano el desengaño. La ordenación de sus poemas es cronológica, aunque el resultado final no es un simple acopio de sus versos de amor.

El epílogo del libro es obra del profesor de la Universidad de Granada Miguel Ángel García. "El amor constituye para Ruiz Amezcua uno de los poquísimos temas que integran el catálogo de las preocupaciones humanas a lo largo de la historia. Habla del eterno amor, de la eterna muerte y de la eterna naturaleza, sujeta cada una de esas eternidades, eso sí, a las distintas variantes históricas o estilísticas, las de los grandes poetas", asegura García.

Y eso que, como apunta el autor, "no corren buenos tiempos para el amor y sus pasiones". En su opinión, "desde la representación pública de los sentimientos privados que es la poesía, el amor sigue siendo, como la poesía misma, una forma de resistencia, algo inmanejable para la sociedad y toda clase de inquisidores. Es rebeldía, es desafío, es imaginación. Es una voz implacable e imposible vuelta posible".

Indagación existencialista

El recorrido se inicia en los sonetos amorosos de Humana raíz (1974), con evidentes influencias de Miguel Hernández, Quevedo, Unamuno y Blas de Otero. "Que soy hombre y humano, y por mi herida / sólo fluye el amor, con sed tan fuerte", dice en uno de sus poemas. De su segundo poemario, Dialéctica de las sombras (1979), se seleccionaron 10 poemas marcados por la indagación existencialista y por la pasión hacia todo lo que huele a humano, y donde la dialéctica entre cuerpo y alma abierta por el amor sigue siendo determinante. En Oscuro cauce oculto (1984) el autor se destapa con una declaración emocionada de ternura: "Si supieras cómo tiembla mi alma / al pronunciar tu nombre, allanarías / la dura corteza de tus límites".

Otros sonetos amorosos proceden de Cavernas del sentido (1987), Más allá de este muro (1991) y El espanto y la mirada (1992), y el desamor se da cita en Las voces imposibles (1993). Pero es Atravesando el fuego (1996) el que contribuye con más poemas a esta antología amorosa, debido a que es un volumen destinado a indagar por entero en la experiencia amorosa. La publicación se completa con nueve poemas de Donde la huida (2001) y con los versos amorosos de su último poemario, Contra vosotros (2005).

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_