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SIN PERDER LOS NERVIOS
Columna
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Ayer fue miércoles

Perdonen pero me hallo obnubilada. Acabo de avistar en las revistas un retrato de Viggo Mortensen y Eduardo Noriega, respectivamente ataviados del capitán Alatriste y el conde de Guadalmina, y ha sido como meterse en una ducha sueca, considerando que yo venía de otro lugar do moraba Sara Montiel vestida de bucanero con tetas. Debería agradecer esta inmersión frívola de los miércoles, dado el repertorio de noticias serias, dramáticas y trágicas con que nos hemos enfrentado este agosto (que aún no ha terminado, toquemos madera).

Pero estaba con Viggo y Potens. Momento, que respiro. Pocas veces se ha reunido en una sola película -la de Agustín Díaz Yanes sobre la obra de Arturo Pérez Reverte- tanto viril bellezón. Me quedaría a hibernar, incluso a primaverdecer, en esta página, pero tengo que seguir, porque no hay compasión para la cronista de guardia. Llego como quien dice a duquesa de Alba en Ibiza esquina infantas de compras en Mallorca, y me entero de que lo más de lo más entre la nobleza es llevar bolsos personalizados con la fotografía de tu familia o de la familia real de su país, que casualmente también es su familia, o de cualquier familia real europea, que obviamente también forma parte de la parentela. Recorto la foto de Viggo y Potens. Sé de un artesano que puede hacerme con ella, por lo menos, un escapulario.

Sofía Mazagatos suena como candidata para trabajar en dicho programa en calidad de profesora o tutora o así más o menos

Prosigo. Coño, el niño de

El sexto sentido será juzgado por conducir ebrio y poseído por el cannabis. Lo que me sobresalta no es el vicio, está una ya muy currada por los abstemios, sino la palabra niño: según mis cálculos, el chico tiene 18 años y luce un vello en todo el rostro tipo hombre lobo finlandés. Si a esa edad no te corres una juerga puedes acabar como Tom Cruise, que trata a todos los que se acercan a su supuesta hija como si fueran Eduardo Manostijeras.

En cuanto a la infancia, detecto noticias mucho más alarmantes para los niños de verdad, los de este país. Televisión Española -la nuestra y con lo nuestro- se dispone a perpetrar un programa educativo que se llamará El primero de clase, un espacio en el que ocho estudiantes de primaria (cuatro niños y niñas seleccionados por su buen expediente académico, sin duda para destruirlos con saña) competirán en un colegio ficticio creado para ellos. Según ¡Hola!, Sofía Mazagatos suena como candidata para trabajar en dicho programa en calidad de profesora o tutora o así más o menos, y el eximio José María Carrascal realizaría su rentrée en televisión y en las mentes de nuestros pequeños en edad de asistir a primaria, al asumir el papel de director del centro. No se dice nada acerca de si se permitirá que a los camellos y expendedores de bebidas que merodeen por los alrededores con sus mercancías, listos para ayudar a las criaturitas a superar el trauma de aprender deleitándose con la catedrática Candelabro y el insigne lector del Frankfurfterfurterfurter Zeitungtungtung. Daría cualquier cosa por escuchar las conversaciones entre Carrascal y Mazagatos mientras les maquillan.

Es de apreciar la contundencia con que TVE se apresta a afrontar el futuro cultivando los infantiles cerebros en el terreno académico para que sean dóciles espectadores cuando crezcan. Por otra parte, en el capítulo juergas a cargo de los presupuestos públicos, después de darle a Gema Ruiz la oportunidad de realizarse en ¡Mira quién baila!, parece que hay intenciones de contratar a Carmen Martínez Bordiu y su último pocholo, José Campos, incluyéndoles en la nueva temporada como estrellas del bailongo. La parte buena de estas dicharacheras iniciativas de La Nuestra y Con Lo Nuestro es que podemos acabar viéndole la entrepierna a Ana Botella: cuando la pública trisca por la cuesta de las audiencias, nos expone a cualquier insania. En cuanto al entrecuix de la señora Botella pueden admirarlo ya en las revistas: ella en bañador mientras él (bigote cercano) la ducha en un yate.

Necesito inmediatamente ese escapulario.

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