_
_
_
_
_
Reportaje:

Los oficios danzan en el Sexenni

Morella vive una de las jornadas más coloridas y vistosas con los bailes que exhiben los antiguos gremios en su fiesta

María Fabra

Con la imagen de la Virgen de Vallivana ya en la arciprestal de Morella, la ciudad vivió ayer uno de los días de mayor colorido y vistosidad de este 52 Sexenni. Es el día de las danzas, de la exhibición de todos los gremios que componen la fiesta, la procesión, el día que da sentido a más de un año de trabajo en los tapices de papel de seda rizado, que engalanan las calles, para adornar el paso de esa advocación de la virgen. Se dice que libró a la capital de Els Ports de la peste negra que la asoló hace más de 300 años.

El hecho de que los bailes sólo sean interpretados públicamente una vez cada seis años los hacen más esperados, interesantes y míticos. Y como preludio del novenario, el día de ayer fue el de Els torners, uno de los grupos de mayor espectacularidad por sus saltos, cabriolas y equilibrios.

La danza de 'Els torners' es una de las más espectaculares por sus saltos

Al igual que el resto de danzantes, Els torners bailan al son de la dolçaina i el tabalet, con un ritmo acompasado y lento. Pero en este grupo, la fuerza, la agilidad y la destreza se convierten en elementos imprescindibles no sólo para el movimiento de pies, sino también para el de brazos y manos sobre los que dejan "resbalar", también al compás, una vara.

Quizá por ello, esta tarea se deja en manos de los quintos, de aquellos que cumplen la mayoría de edad durante el año sexenal, y también porque es una muestra más de la alianza entre el pasado (por sus ancestrales danzas) y el futuro (en manos de los jóvenes), que envuelve la fiesta y la ciudad morellana.

Dicen que esta danza podría ser una representación adaptada de las luchas caballerescas. Lo que, sin duda, es para sus protagonistas, se encuentra más en los sentimientos de honor y orgullo por representar uno de los bailes más vistosos del Sexenni.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Els torners bailaron ayer durante el llamado Retaule, el cuadro en el que se representan todas las danzas de los gremios que tienen en común, también, el movimiento acompasado de los danzantes, casi arrastrando los pies y con golpes rítmicos que los hacen pegadizos. Les gitanetes y el gremio de tejedores lo hicieron alrededor del mastil entorno al que dibujan coloridas trenzas. Tan "complicadas" como los caracoles imaginarios que esbozan los pequeños del gremio de artes y oficios que con sus medios aros llenos de cascabeles que, después de cada baile, representan los oficios a los que se dedicaban los antiguos morellanos.

Quizá una de las vestimentas más llamativas es la de los niños del gremio de los labradores que, en sus cabezas, calzan unos sombreros de forma romboidal plagados de flores de colores.

Pero no sólo las calles se inundaron de danzas, sino que, al igual que tras la llegada de la imagen de la Virgen de Vallivana, Morella recogió ayer la participación de las más de 600 personas que desfilan en representación, principalmente, de personajes bíblicos.

Así, no faltaron David con la cabeza de Goliat en sus manos, mártires cristianas, los apóstoles, San Juan Bautista, acompañado de un corderito, heroínas bíblicas, los ancianos del Apocalipsis, angelitos en un carro triunfal, gigantes, cabezudos y un águila real, el Àliga de Morella, que aunque común en otras fiestas populares valencianas, es una de las pocas que sigue siendo paseada únicamente por un porteador.

También por la tarde se cumplió otra de las tradiciones, la que acontece cuando la imagen de la Virgen pasa por la calle de la Fuente, cuando de una enorme naranja colgada entre balcones y envuelta, como no podía ser de otra manera, en papel de seda rizado, sale un niño vestido de San Miguel, que pronuncia una poesía de salutación a la Virgen. Éste y el espectáculo de los tres ninots que conforman Els Volantins girando sobre una barra, fueron dos de los momentos en los que tanto los participantes como los asistentes a la procesión elevaron sus miradas a un cielo que, durante este Sexenni y de momento, ha respetado metereológicamente las esperadas fiestas.

Morella pervivirá porque jóvenes y niños son más que partícipes. Porque, entre todos han logrado que culminar el trabajo de los duros días y noches de invierno parezca natural; porque el Sexenni es auténtico.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_