Alto el fuego en Oriente Próximo
El Ejército libanés comenzará a desplegarse esta semana al sur del río Litani, aunque uno de los puntos principales de la resolución de Naciones Unidas que ha puesto fin a este conflicto, al menos por ahora, sigue en el aire: el desarme de Hezbolá. Tanto los dirigentes del movimiento islámico como el propio Gobierno libanés, en el que tienen dos ministros, tratan de sortear una cuestión clave para que la guerra se cierre de forma definitiva.
El ministro de Defensa de Israel, Amir Peretz, sorprendió ayer a propios y extraños al tender la mano a Siria después de que el presidente Bachar el Asad aplaudiera la "victoria de Hezbolá". Asad en un claro reto a Washington afirmó que la resistencia chií ha convertido en "ilusión" su plan para Oriente Próximo y advirtió a Israel de que o busca la paz mediante negociaciones o sufrirá las consecuencias.
Como ciudadanos británicos, los 24 sospechosos detenidos la semana pasada en Reino Unido podrían haber embarcado en un avión rumbo a EE UU sin ser investigados por el Gobierno norteamericano. No hubieran tenido que rellenar un formulario, realizar una entrevista en una embajada estadounidense o aportar fotografías y huellas dactilares. En resumen, no necesitaban un visado, ya que su país está exento de ese requisito.
Al grito de "Zapatero, entiende, el pueblo no se vende", unos 40 simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador bloquearon ayer durante más de dos horas la Embajada de España en México para exigir un nuevo escrutino de los comicios del 2 de julio, ya denegado por el Tribunal Electoral. En respuesta a la radicalización del candidato izquierdista, el presidente Vicente Fox llamó ayer a los mexicanos a defender "la democracia y la paz social".
El jefe del Gobierno japonés, Koizumi, eligió el aniversario de la rendición de su país en la II Guerra Mundial, celebrado ayer, para visitar en Tokio el templo de Yasukuni, dedicado a los japoneses muertos en los conflictos armados, entre los que figuran 14 criminales de guerra. Koizumi hizo caso omiso de las advertencias de China y Corea, que le pidieron que no acudiera al santuario, recordatorio de los desmanes nipones en Asia.