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Columna
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'Stand by'

Manuel Rivas

En las Naciones Unidas no se ponen de acuerdo para parar una guerra hecha a medida de terroristas de Estado y terroristas sin Estado. Los que nos sentimos judío-palestinos teníamos muchas razones para llorar primero el asesinato de Isaac Rabin, el general pacificador, y la pérdida después de Arafat. Muchos analistas internacionales pronosticaron que la muerte de este último abría "nuevas perspectivas" para una solución en Oriente Próximo. La ignorancia puede llegar a ser muy sofisticada. El hombre que llevaba la rama de olivo al lado de la pistola era para ellos el principal obstáculo. Pues muy bien, felicidades a todos los halcones: ya sólo campa la pistola. Bastaría una llamada de Bush a Tel Aviv y de Damasco a Hezbolá para darle una oportunidad a los recogedores de vidrios rotos y a los que colocan las puertas en sus quiciales. Pero últimamente la paz está muy desprestigiada, hasta los ciber-niños odian el emblema de la pelma de la paloma, y a Bush es mejor mantenerlo alejado del teléfono. Por lo que cuentan, la última llamada fue para preguntar: "¿Cómo va la mierda ésa?". He leído la prensa internacional, pero todavía ningún analista se ha atrevido a profundizar en este Nuevo Orden de la Mierda.

Las Naciones Unidas no cuentan con medios para aplicar sus propias resoluciones. Pero al menos se podrían tomar acuerdos de fuerte carácter simbólico. Por ejemplo, declarar al pesquero español Francisco y Catalina Patrimonio de la Humanidad. Hay veces en que Gaia, la madre Tierra, elige un punto de sí misma donde apoyarse, donde reponerse. Tiene que ser un hábitat especial. Un lugar a la vez físico y moral. La noche del viernes, día 14 de julio, Gaia intentó inútilmente aproximarse a Beirut. Luego trató de apoyarse en un crucero muy luminoso, pero los pasajeros, vestidos de fiesta, comenzaron a pelearse por el mejor camarote. Y más tarde lo intentó en la legendaria isla de Malta, donde le llamó la atención el especial refinamiento europeo en el arte de mirar para otro lado. Al fin, encontró el punto de apoyo en aquella nación admirable, bíblica, de 25 metros de eslora y 10 habitantes que no preguntaron ni a Dios lo que tenían que hacer cuando la noche les trajo 51 náufragos de un orden mundial llamado Stand by. Un jodido esperar.

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