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Reportaje:FÍSICA | Dinámica de fluidos

Los óleos turbulentos de Van Gogh

A propósito de Vincent van Gogh, escribe el experto en arte Guillermo Solana: "El fondo de ondas y remolinos, peinado por el trazo como una cabellera, es una transposición del cielo de La noche estrellada ... Pero aquí esas corrientes y turbulencias ya no describen nada en concreto: su estremecimiento es una manifestación pura y abstracta de energía". Turbulento es el adjetivo principal que se usa para describir el trabajo plástico de van Gogh, y un equipo de investigación formado por miembros del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), de la Universidad Autónoma de México y de la Universidad de Oxford, nos propusimos hace algún tiempo averiguar si dicho adjetivo alcanzaba la significación matemática, precisa y objetiva, que le diera Andrei Kolmogorov en sus famosos artículos de 1941, donde estudió el difícil problema del régimen turbulento de un fluido.

En la escala inercial, la turbulencia exhibe un comportamiento estadístico preciso

Encontramos que así era, en efecto, sólo en algunas pocas exaltadas obras del artista realizadas en sus últimos periodos de prolongada agitación síquica, o en el umbral de la crisis que le llevaría al suicidio en Auvers en julio de 1890. Específicamente, hemos demostrado que la función de distribución de la probabilidad de las fluctuaciones de la luminancia de los puntos separados por una cierta distancia característica en La Noche estrellada, y en algunos otros agitados óleos de van Gogh, es la misma que la de las diferencias de velocidad de cualquier pareja de puntos, separada por la misma distancia característica, en un fluido turbulento a la Kolmogorov.

El resto de la deslumbrante obra de este genio es radiante, clara y vigorosa, mas se aparta un tanto de la turbulencia en el sentido físico de la palabra. Y el mismo resultado negativo se encuentra en otros artistas, a priori sospechosos de turbulencia, como Edvard Munch, autor de El grito. El trabajo de nuestro equipo de investigación multidisciplinar ha consumido más de un mes de tiempo de computación y aún está en pleno proceso de publicación de su artículo, pero el correspondiente manuscrito ya ha sido destacado como noticia por el prestigioso divulgador científico Philip Ball en la revista Nature.

El fenómeno de la turbulencia llamó tempranamente la atención de Leonardo da Vinci, quien observó que el movimiento de la superficie del agua recuerda al cabello, que tiene dos movimientos, uno causado por el peso del pelo y el otro por los rizos de la cabellera.

Mas recientemente, se atribuye a Lamb, autor de un célebre texto de Hidrodinámica, la siguiente cita: "Ya soy viejo, y cuando vaya al cielo espero que allí podré ser iluminado sobre dos materias. Una es la electrodinámica cuántica y la otra es la turbulencia. Y, acerca de la primera soy bastante optimista".

Kolmogorov fundó las bases de la teoría moderna, aunque inacabada, de la turbulencia. La idea es que existe una escala del fenómeno, llamada inercial, en la que la energía se transfiere en miríadas de remolinos de todas las escalas intermedias sin pérdidas por disipación en calor. En la escala inercial, la turbulencia exhibe un comportamiento estadístico preciso y universal que es independiente de las condiciones iniciales y de las condiciones de contorno del fenómeno.

Vincent van Gogh, pintó La noche estrellada en junio de 1889, durante su estancia en el asilo mental de Saint-Rémy. Es su obra maestra más misteriosa. El cielo se transfigura hasta retorcerse y duplicarse de luz. Todo es energía, nada es ambiguo. El artista descarga su tensión alucinatoria en miríadas de remolinos y de estallidos cromáticos siguiendo el curso preciso del modelo de turbulencia de Kolmogorov. Su patrón mental, instantáneo, instintivo, holístico, puede seguirse si se estudia, píxel a píxel, la luminancia de la imagen de tamaño 2.750 - 3.542 adquirida, para uso científico, en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.

La luminancia, o intensidad global, se calcula por la proporción ponderada de verdes, rojos y azules. El ojo humano es más sensible a los cambios de la luminancia que a los del color. Los gradientes de luminancia pueden asociarse a los de la temperatura virtual del cuadro, y éstos al movimiento convectivo de un fluido. Así pues la idea no resulta tan descabellada.

El ajuste al escalamiento de Kolmogorov es sorprendente. Lo mismo ocurre en Camino con ciprés y estrella, y en Campo de trigo con cuervos. "Sólo podemos hacer que sean nuestros cuadros los que hablen" (En la carta a su hermano Théo que Vincent tenía sobre sí el 29 de julio de 1890).

Manuel Torres es Investigador Científico del Instituto de Física Aplicada (Consejo Superior de Investigaciones científicas).

Óleo de Vincent van Gogh <i>La noche estrellada,</i> en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.
Óleo de Vincent van Gogh La noche estrellada, en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.ASSOCIATED PRESS

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