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Absuelto por falta de pruebas un hombre acusado de robo y agresión sexual, pese a aparecer sus huellas

La Audiencia de Barcelona ha absuelto por falta de pruebas a un hombre acusado de asaltar una vivienda en Gelida (Alt Penedès) en marzo de 2002, apoderarse de 1.700 euros, agredir sexualmente a la propietaria y atar y amordazar a su esposo, minusválido. El tribunal entiende que las huellas dactilares que la policía encontró en una botella de whisky hallada en el jardín de la vivienda, única prueba incriminatoria, no son suficientes para desvirtuar la presunción de inocencia. Por ello, aplicando el principio in dubio pro reo (en caso de duda, a favor del acusado), el tribunal le absuelve, pese a que la fiscalía solicitó 11 años de cárcel para él.

Durante el juicio celebrado la semana pasada, el acusado, de 35 años y origen surafricano, negó los hechos y afirmó que no sabe dónde está Gelida. Edward K. T. señaló que aquel día estuvo con un amigo y que éste le ofreció beber de una botella de whisky. Según dijo, esta persona llevaba guantes para resguardarse del frío y, por eso, la policía sólo encontró sus huellas. El fiscal, no obstante, mantenía que sobre la noche del 10 de marzo de 2002, el procesado se dirigió a la ronda del President Francesc Macià de Gelida para asaltar la vivienda de Rosa V. P. y de su marido, Josep C. C., que falleció el año pasado.

La sentencia declara probado que la mujer se encontró en el garaje con el agresor, que éste la maniató y amordazó a ella y a su esposo y les amenazó con un punzón. Acto seguido, el agresor exigió a Rosa V. P. que le entregara el dinero que tuviera en la casa, por lo que la mujer le dio los 1.700 euros que guardaba. Tras obtener su botín, el asaltante se dirigió con la víctima al comedor de la casa, la tiró al suelo, le rasgó los pantalones y la ropa interior con el punzón y eyaculó sobre ella. La mujer sufrió heridas en el costado y en la ingle que requirieron únicamente una primera asistencia médica. A continuación, el asaltante bañó a la víctima con agua caliente y le pidió que le hiciera una tortilla porque tenía hambre. Después de comérsela, permaneció cuatro horas en la vivienda charlando con la mujer.

La Audiencia de Barcelona reconoce que, si bien es cierto que las huellas dactilares encontradas en la botella de whisky corresponden al acusado, no hay que olvidar que se trata de un "objeto móvil" y "no fijo, como hubiera sido un cristal o cualquier parte de la casa", lo cual resta contundencia a la prueba. La sentencia también destaca que Rosa V. P. no identificó a Edward K. T. durante la rueda de reconocimiento que se llevó a cabo tres meses después del asalto.

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