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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

En las entrañas del castrismo

Antonio Elorza

Con este libro cierra Carlos Franqui su bibliografía personal sobre esa historia de la Cuba contemporánea presidida por la figura de Fidel Castro, con quien colabora y de quien discrepa, ambas cosas con notoria intensidad, entre 1958 y 1963. El distanciamiento de la experiencia castrista desde ese año da lugar a la impresión de que existió otro distanciamiento que ya no es tan real, ya que si bien Fidel nunca aceptó el espíritu de libertad que Franqui exhibiera en su condición de director del diario-emblema Revolución, y en su promoción de empresas culturales de vanguardia, no por eso dejó de contar con nuestro hombre en momentos claves, tales como la dimisión aparente que sirvió de prólogo al golpe de Estado televisivo contra el presidente Urrutia, o en la crisis de los misiles, eso sí, desde una estricta instrumentalización. Franqui incluso asistió durante cierto tiempo con voz a los consejos de ministros presididos por Castro y tuvo acceso a discusiones de primera importancia en que participaban los pesos pesados de la Revolución, como Raúl o el Che. Su testimonio, ahora reflejado en este libro autobiográfico de extraño título, resulta por lo mismo excepcional.

CUBA, LA REVOLUCIÓN: ¿MITO O REALIDAD? Memorias de un fantasma socialista

Carlos Franqui

Península. Barcelona, 2006

460 páginas. 22 euros

Franqui es un guajiro ilustrado. La primera parte de las memorias nos describe la etapa de formación del personaje, envuelto en vivencias del ambiente oriental de la isla, a partir de las cuales emerge ese peculiar enfoque del proceso revolucionario, no sólo como movilización de masas o ejecución de proyectos de justicia social, sino asimismo como oportunidad excepcional para que la efervescencia de minorías que caracteriza a la vida intelectual cubana en los cuarenta y cincuenta sirviera de fermento a una ampliación sustancial de los recursos culturales del pueblo. Fue un hermoso sueño en el que las élites habían de intensificar su relación con los pensadores progresistas del resto del mundo y transformarían la sensibilidad de una población revolucionaria. No otra cosa representó el suplemento Lunes de Revolución, dirigido por Guillermo Cabrera Infante, antes de ser suprimido por iniciativa del partido comunista y de Fidel.

En la visión que nos ofrece Franqui hay un "nosotros" vencido: las minorías activas que encabezaban el movimiento revolucionario del 26 de julio, e intentaron sin éxito desarrollar una experiencia diferenciada, tanto del modelo soviético, encarnado por el PSP (partido comunista), como de una dictadura mesiánica hacia la cual tendía inequívocamente Fidel Castro. Franqui nos da de modo indirecto las claves para entender ese fracaso.

El comandante Fidel (primero por la izquierda), en una manifestación procastrista en 1960, junto al Che (tercero por la izquierda).
El comandante Fidel (primero por la izquierda), en una manifestación procastrista en 1960, junto al Che (tercero por la izquierda).AP

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