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Encuentro Mundial de las Familias

Valencia cerrará el centro al tráfico durante la visita papal

Sin tiempo para vivir el luto por el trágico accidente de metro en el que han fallecido 42 personas, Valencia se sumerge en los últimos preparativos para recibir mañana a Benedicto XVI. Las calles y aceras del centro, decoradas desde hace días con banderas del Vaticano y ahora crespones negros, están salpicadas de tramos vallados para delimitar una extensa zona peatonal de cinco kilómetros cuadrados en torno al casco histórico y el jardín del Turia en el antiguo cauce del río, donde se erige, sobre el puente de Montolivet, junto a la Ciudad de las Artes y las Ciencias, el altar en el que el Papa celebrará la misa del domingo.

La figura de Benedicto XVI se asoma en cada esquina de una ciudad repintada de blanco y amarillo, los colores del Vaticano, que lucen en banderas, soportes publicitarios del mobiliario urbano, grandes pancartas de bienvenida colgadas de pasos elevados y mochilas de cientos de peregrinos inscritos en el Encuentro Mundial de las Familias (EMF).

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La visita del Papa alterará el ritmo de la ciudad a partir de las cuatro de esta tarde y hasta bien entrada la noche del domingo. En una urbe que concentrará a más de un millón de personas, según las previsiones oficiales, la primera consigna para vecinos y visitantes será olvidarse del coche. La Policía Local cerrará al tráfico las calles que rodean la catedral, el palacio arzobispal -donde se alojará el Papa- y el Palau de la Generalitat, y aquellas que afectan a los desplazamientos del Papa en la ciudad. En ellas no podrán aparcar ni los vecinos, a los que sólo se les permitirá acceder a los garajes debidamente identificados si los actos no lo impiden.

"Es un abuso"

"Es un abuso, esto no pasa ni en Fallas", se quejaba ayer Amparo Agulló, una profesora que vive en una de las avenidas peatonalizadas a la fuerza. No son pocos los afectados que han criticado esta medida, y sobre todo la falta de información sobre las alternativas previstas. Para compensar los trastornos, la organización del encuentro ha reservado para los residentes 5.000 plazas en cuatro aparcamientos y ha prometido a los comerciantes "facilidades para la descarga de mercancías". Pedro José Ferrandis, vendedor de fiambre en el Mercado Central, cerca de la catedral, desconfía: "La gente no va a poder acceder con sus vehículos y no creo que con los peregrinos llenemos la caja", se lamenta.

Los autobuses también tendrán que rodear el amplio perímetro de seguridad y el metro cerrará seis céntricas estaciones. Huir o quedarse. Kevin y Catherine, joven pareja inglesa que buscaba en Valencia "una vida tranquila" no lo ha dudado: huirán de "la avalancha".

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